
saludos
Dicho trastorno se vio reflejado en la discusión sobre los «objetivos bélicos» que dominó la política interior alemana durante todo el conflicto, primero a puerta cerrada y más adelante en público. Este debate, que tuvo lugar en la Alemania de aquellos años y ha sido ampliamente documentado por el historiador Fritz Fischer en su magna obra Asalto al poder mundial, es una tragicomedia con la que uno no sabe si reír o llorar. Mientras en la región de Champagne, junto a los ríos Aisne y Somme, en Flandes, en las ciénagas de Rokitnoje y junto a la ciudad de Baranovichi el ejército alemán lograba a duras penas resistir con todas sus fuerzas y el sacrificio espeluznante de vidas a los ataques masivos y reiterados de unas tropas enemigas superiores en número, y en Galitzia y Bucovina, en Transilvania y junto al río Isonzo conseguía tapar mínimamente los agujeros abiertos en el frente austríaco; mientras las economías de escasez y de sucedáneos alemanas tenían cada año menos recursos para garantizar el suministro de material y la población de las grandes ciudades sufría hambre, la Alemania oficial y política debatía sobre si «tras la victoria» sólo se anexionaría la costa flamenca de Bélgica o también la costa francesa que daba al canal, sobre cuáles serían los medios más adecuados para anular a Francia para siempre como potencia, sobre si había que convertir a Polonia en un protectorado alemán o anexionarla a Austria y sobre cómo recaudar las ingentes cantidades que pensaban imponer como compensación de guerra a los adversarios vencidos; en su cabeza Alemania ya había anexionado Longwy y Briey, Lituania y Curlandia, y ahora se traían entre manos la confección sobre el mapa de un gigantesco imperio colonial en el centro de África; con mucho esmero se sopesaron los pros y contras de incluir Sudán y Egipto para lograr así un acceso a Oriente Próximo, en el cual también se esperaba regir «tras la victoria»; además se planeó una Europa central bajo el dominio alemán en la que, en determinados momentos de euforia, incluían ya de paso toda Francia y Bélgica; en efecto, se reflexionaba seriamente al respecto y se redactaban sesudos informes sobre cómo incorporar al ámbito de poder alemán una Holanda neutral con el mayor tacto, cuidado y discreción posibles.
alejandro_ escribió:Un par de presuntas sobre territorios. Es bien conocido que Francia buscaba recuperar Alsacia-Lorena, pero ¿cuales hubiesen sido las reclamaciones austro-húngaras y alemanas en occidente en caso de ganar la guerra? he visto algunos mapas producidos por los aliados, en los que Alemania ocupaba el norte de Francia, costa del Canal y Bélgica. Sin embargo, no se puede descartar que fuese propaganda creada por la Entente. No tengo constancia de haber leido que Alemania buscase adquirir más territorio, por lo menos de manera oficial.
Saludos.
Austria, en todo caso, aspiraba a una reorganización del espacio balcánico que redujese a Serbia a su mínima expresión, entregando la Macedonia serbia a Bulgaria y Kosovo a Albania (donde se había entronizado a un príncipe alemán de la Casa de Wied).
alejandro_ escribió:¿cuales hubiesen sido las reclamaciones austro-húngaras y alemanas en occidente en caso de ganar la guerra? he visto algunos mapas producidos por los aliados, en los que Alemania ocupaba el norte de Francia, costa del Canal y Bélgica. Sin embargo, no se puede descartar que fuese propaganda creada por la Entente. No tengo constancia de haber leido que Alemania buscase adquirir más territorio, por lo menos de manera oficial.
Respecto a la incorporación del Paso de Calais a la Comandancia Militar de Bélgica, se debió a motivos puramente militares y no geopolíticos: era una zona estratégica de importancia enorme, y para su control era más fácil que estuviese bajo la jurisdicción de la cercana Bruselas, y no desde la lejana París.
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