Londres
Tras el hundimiento de su destructor y la pérdida de su pierna casi tres meses atrás, el Tte de navío Cunningham había pasado una dura convalecencia en Malta antes de ser evacuado a Londres vía Francia. Una vez en la ciudad había sido visitado por el propio almirante John Jellicoe, comandante de la Grand Fleet, quien le comunico que le seria otorgada la Cruz Victoria por su valor al interponer su pequeño destructor en el camino de los torpedos enemigos para salvar al crucero de batalla Indefatigable. Fue en el transcurso de la conversación que siguió en la que el Tte Cunningham llamo la atención del almirante de forma decisiva.
Poco después ya un sin estar completamente recuperado de su herida, era destinado al almirantazgo donde pronto daría muestras de su elevada comprensión del arte de la guerra y aún más, de las estrategias españolas. Poco después y con su decisiva intervención se planificaría la operación Luther, la cual había culminado con un éxito devastador para las armas británicas.
Ahora faltaba conocer cuál sería la respuesta española, como fuera, estaban más que preparados para ella, y Cunnigham esperaba a conocer.
Mar Cantábrico
Los vigías del destructor Bouclier oteaban el horizonte en busca de alguna señal que delatase al submarino, posiblemente español avistado horas atrás. La búsqueda era tediosa y se había alargado varias horas ya, por lo que el Tte de navío Guillaume Maistral estaba seguro que el submarino enemigo estaría próximo a asomar de nuevo su periscopio para reconocer el horizonte, y él esperaba estar ahí para acabar con su incomodo enemigo.
El destructor francés era uno de sus poderosos superdestructores de 800 toneladas, y armados con cañones de 100 y de 65mm, además de los sempiternos tubos lanzatorpedos de 450mm. Capaz de dar 34 nudos de velocidad, sus 84 tripulantes tenían la moral por las nubes tras las noticias de la reciente victoria en Cádiz, y confiaban ciegamente en su capitán, un hombre que exigía lo máximo de ellos y los exprimía hasta la última brizna de esfuerzo, pero que no dudaba en recompensarlos como era debido. Sin duda un oficial en la mejor tradición del capitán Jean Jacques Etienne Lucas, comandante del Redoutable en Trafalgar. Además, cosa rara entre los oficiales de la época, no dudaba en pedir su opinión a sus subordinados para así encontrar las mejores soluciones a cada problema.
Localizado esa mañana el sumergible enemigo, y al ver como se sumergía, fue precisamente eso lo que le hizo recurrir al Maitre principal, un suboficial que había pasado 6 años sirviendo en sumergibles antes de pasar a su actual destino. Gracias a él, y creyendo adivinar cuál sería el proceder del comandante enemigo, se dispuso a interceptarlo.
-¡Periscopio a babor! –Sono de pronto un grito. -¡600 metros por el través!
Sí, allí estaba el enemigo. Guillaume Maistral ni tan siquiera preciso dar las ordenes de viva voz, un simple gesto indico a sus subordinados cuál era su deber. Segundos después el Boucleir navegaba a 34 nudos directamente contra el submarino enemigo.
La sacudida que estremeció el buque, y el chirrido del metal, llegarían poco después…
300mn al norte de Mauricio
Dos buques permanecían al pairo en medio del océano, uno era el crucero auxiliar español, Ciudad de Valencia (1), buque que permanecía a 300 metros de un buque mercante. Este era el mercante francés Marc Fraissinet. Buque de unas 3.000 toneladas, había sido capturado con una carga completa de azúcar procedente de las islas Mascareñas. Por supuesto el buque había sido declarado buena presa, una carga completa de azúcar sería de gran utilidad en España, y el Ciudad de Valencia estaba procediendo a enviar una dotación de presa para conducirlo a la patria. En este caso 30 marinos de la mercante y 12 infantes de marina, por supuesto también se trasladaría una dotación de Cargas D para evitar su recaptura si eran localizados por el enemigo.
El Rey Jaime I antes de su reconversión en el crucero auxiliar Ciudad de Valencia
Ahora el cuanto los botes hubiesen regresado, el capitán de fragata Luís Jado pondría su buque en movimiento. Tal vez la costa de la India ofreciese buenas expectativas, según los informes los británicos tan solo tenían 3 buques de cierta entidad en aquellas aguas, 1 viejo acorazado y un crucero ligero y un crucero protegido de más de 20 años.
- Ex Jaime 1º de la Transmediterranea, su nombre se cambió para evitar confusiones con el acorazado del mismo nombre.