Banyuls sur merEl Tte Gral. Ochando paseaba junto al coronel de voluntarios Nebot, un ingeniero veterano de la guerra del 95, alistado al inicio de la guerra y puesto a cargo de la construcción de la línea Arolas, sector Cerbere. Algo más lejos esperaban varios miembros de su Estado Mayor junto al coronel austro-húngaro Franciszek Latinik, enviado semanas atrás como observador a ese frente. A su alrededor cientos de personas desarrollaban una febril actividad construyendo la línea defensiva que debía proteger España de las invasiones, mientras los carros tirados por mulos o bueyes distribuían el material de construcción llegado en trenes desde ambos lados de los pirineos.
http://l.yimg.com/g/images/spaceout.gifTras ellos al sur, en el lado español de la frontera, se encontraban los fuertes Port Bou, Font de Gimeno I, y II, Emporda I y II, y Banyuls I, II, y III. Compuestos de bunker de artillería dispersos sobre el terreno, construidos con paredes de hormigón armado de más de un metro de espesor, acomodaban 38 cañones y obuses de gran calibre que iban desde los 120mm de los Ordoñez navales retirados de los viejos cañoneros y cruceros, a los poderosos obuses de 305mm capturados años atrás. Serían la base contra la que debían estrellarse los ejércitos franceses. Con la invasión sin embargo las tropas españolas habían llegado mucho más al norte, y se había dado la oportunidad de mejorar esas fortificaciones y ofrecerles mayor profundidad para rechazar con más facilidad los ataques enemigos.
Ahora tras meses de duro trabajo, al sur de las posiciones españolas existía un ramal ferroviario que las unía de forma transversal. Había sido construido con materiales traídos del otro lado de la frontera lo que había abaratado sus costes significativamente. Esto simplificaría el suministro de materiales, municiones, y en el futuro permitiría enviar refuerzos con rapidez, y evacuar heridos, además de movilizar los cañones ferroviarios. La obra militar más importante estaba sin embargo al norte de los fuertes originales.
A unos 1.000 metros de estos fuertes, ya en territorio francés, se habían construido líneas de trincheras, y entre ellas, posiciones para asentar la artillería pesada. Estas posiciones se habían construido cavando entre 0,5 y 1 metro de profundidad para semienterrar las piezas, y a continuación se habían construido coberturas utilizando travesaños y railes procedentes de los ferrocarriles franceses, todo ello recubierto con tierra y vegetación. Equipadas con luz eléctrica, y con compartimentos enterrados en los que se alojarían los soldados, o se almacenarían las municiones, la supervivencia de las piezas y sus servidores daría un giro sustancial. Llegado el momento los artilleros tan solo tendrían que deslizar dentro de esas posiciones los cañones y obuses y esperar a cubierto.
http://l.yimg.com/g/images/spaceout.gifUnos 1.000 metros a vanguardia de estas posiciones se habían cavado más trincheras, en este caso destinadas a emplazar servicios como hospitales de primera estancia, cocinas de campaña, almacenes, depósitos de municiones, estafetas de correos, talleres, y todo cuanto fuese a ser necesario para facilitar la tareas de las tropas. Por supuesto no por ello se había dejado de construir fortines para ametralladoras o refugios para las tropas. La guerra era un cambio continuo y debían estar preparados.
Aún más a vanguardia se encontraban las posiciones de artillería destinadas a la artillería ligera. Piezas de 75 o 105mm perteneciente a las divisiones. Sus emplazamientos por supuesto habían sido realizados de forma muy semejante a los de la artillería pesada, con la salvedad si cabe de ser reforzados de forma aún más considerable pues en algunos casos se había empleado hormigón armado. Sin duda esa artillería sería el objetivo primordial de cualquier enemigo, y el mando quería que fuesen capaces de sobrevivir a cualquier cosa que los franceses pudiesen lanzarles.
Alrededor de un kilómetro y medio por delante de estos y con una profundidad de 400 metros se encontraba la principal línea de defensa. Líneas y líneas de trincheras que discurrían por las alturas y los valles de la zona, reforzadas por blocaos de hormigón armado en los que emplazar las ametralladoras y cañones de infantería, e incluso en algunos casos incluso se estaba excavando en la roca de las montañas para situar allí ametralladoras.
Con los soldados alojados en refugios de 10 metros de profundidad en los que se estaba instalando todas las comodidades posibles, la supervivencia a bombardeos enemigos era una posibilidad muy real. Luego, cuando callasen los cañones y los soldados saliesen a luchar, los blocaos de hormigón o de piedra con sus estrechas aspilleras ofrecían un buen ángulo de tiro a la vez que un reducido objetivo. Por supuesto frente a todo ello, línea tras línea de alambre de espino formaban una infranqueable maraña defensiva frente a las trincheras.
Sin duda los atacantes iban a sudar sangre para romper esa línea, pensó Ochando mientras observaba como los hombres de Nebot construían uno de los refugios de infantería. En lugar de trabajar bajo tierra, los obreros de Nebot habían excavado un gran hoyo de al menos 12 metros de profundidad en el que trabajaban. Algunos hombres alisaban las paredes, mientras varios de ellos construían respiraderos, trabajaban en el suelo, e incluso trabajaban en un pozo negro aún más profundo. Tan solo cuando hubiesen acabado los trabajos procederían a rellenar de tierra el hueco restante.
Cuando ese refugio estuviese acabado treinta hombres podrían vivir en él, disfrutando de unas buenas condiciones de vida e higiene, pudiendo salir a combatir o a buscar suministros por alguna de los 6 entradas que se estaban haciendo, 2 al frente para combatir
(1), 2 a retaguardia para llevar provisiones hasta el refugio, y 1 a cada lado para emergencias.
Sí, cuando esa línea estuviese repleta de soldados sería un hueso duro de roer. ¿Cuál sería la mejor forma de atacar ese hueso?
Si lograba responder esa pregunta podría anticiparse y transformar el hueso en una roca…
- Una de las salidas llevaba directamente a un bunker de hormigón en el que se emplazarían 2 ametralladoras y un anticuado cañón de campaña.
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.