PALACIO REAL, MADRID, 20 DE MARZO DE 1916Había llegado el momento que tanto había deseado evitar. Álvaro de Figueroa despacharía con Su Majestad el Rey, con el convencimiento de que de aquella entrevista solo obtendría la enemistad de Alfonso XIII.
Los hechos de Canarias pendían como espada de Damocles sobre la cabeza del Conde de Romanones. La prensa conservadora, ya fuera maurista o
idónea, la liberal afin a García Prieto, no dejaban de recordarle que él había precipitado la caida de Dato por una escaramuza; mientras que excluyendo Filipinas, la mayor derrota de España en la Guerra se había producido bajo su gobierno.
Para colmo de males, el Ministro de MArina, Almirante Agustín Miranda y Godoy, había sido heredado del Gabinete de Dato. La carrera de Miranda había sido meteórica, de Comandante de un crucero en 1912 a Ministro en 1913, y todo gracias a la voluntad del Monarca.
Dato ya salvó el pellejo de Miranda en 1915, pero ahora era del todo necesario su cese. Pacientemente había esperado la renuncia de éste, pero sabiendo o creyendose protegido por el Rey, continuaba en su cargo.
Alfonso XIII escuchó pacientemente las razones de Romanones para la crisis de Gobierno, por otra parte fundadas; pues a pesar de la admiración del Rey por Miranda, la Marina de Guerra había fallado en Canarias. Romanones respiró tranquilo cuando fue el propio Rey quien le propuso el nombre del futuro Ministro de Marina; el Contralmirante Manuel de Flórez y Carrió. Romanones desconocía al tal Flórez, y a buen seguro era un desconocido para la prensa y el Parlamento, no sería un estorbo político, y mantendría la costumbre de un marino en Marina y un soldado en Guerra. Tres militares en el Gabinete, pero no peligrosos; Bustamante ensimismado en sus proyectos técnicos y científicos, Coca y Luque actuando realmente como brazo administrativo de Ochando, y Flórez, un desconocido... Si bien el Rey aumentaba a cada día su ascendencia sobre los españoles, su capacidad de dirigir la política era más bien escasa; a pesar de la
mayoría necesariaPero Romanones pronto comprendió que sus esperanzas de mantener su alta cota d epoder se iban a ver disminuidas. Alfonso XIII solo tuvo que preguntar por el Diputado Gómez Acebo y sus desayunos en el Café de Fornós, para comprender que su pueril intento de acercamiento a la Entente no solo había fracasado, era conocido. Y no podía olvidar que un secreto cuando era conocido por tres personas, dejaba de ser un secreto.
La imagen del General Díaz inmediatamente le vino a la cabeza. Gómez Acebo era un diputado de segunda, no, de tercera fila; íntimo de Romanones, pero no había destacado ni como Diputado por Albacete, ni por Guadalajara... Guadalajara, claro, como no haber caído antes en la cuenta... a nadie se le escapaba que era él, Romanones, quien regía la política alcarreña; nadie era nadie en Guadalajara sin el visto bueno de Figueroa. Desd luego, Romanones no pensaba que hubiera sido Ella quien desvelara la entrevista al Rey...
Romanones no sabía como reaccionar. El Rey había aceptado la caida de uno de sus protegidos; ahora sería él quien le ofreciera a uno de los suyos. El Minsitro de Estado, Miguel Villanueva y Gómez (1), sería cesado, y Gómez-Acebo dejaría Madrid para ocupar un cargo en la Diputación de Guadlajara
Miguel Villanueva y Gómez, Ministro de Estado entre 1915 y 1916Romanones tuvo intención de presentar a Amalio Gimeno y Cabañas (2) como sustituto de Villanueva, que ya había colaborado en anteriores Gobiernode Romanones; pero a Alfonso XIII le disgustó que fuera el predecesor de Miranda en el Minsiterio de Marina quien entrara en el Gobierno. Alfonso XIII tomó la palabra:
Romanones, sé del cierto que no fue Villanueva quien envió a Gómez-Acebo al Fornós... será pues Usted quien cargue con el Ministerio de Estado. Por cierto, veriamos con agrado que incorporara a algún que otro militar a su Gobierno; aunque fuera como Ministro sin Cartera. Una visión militar del conjunto de las cosas del Gobierno podría ser de gran ayuda en estos momentos... tomese su tiempo, pero acepteme un consejo, confíe en aquellos que antepondrán el bien de la Patria, que no son otros que nuestros militares.
Majestad, los consejos son el alcaloide del pensamiento; con un consejo se hiere y hasta se mata. Durante largo tiempo se recuerda y se repite (3)
No le entretendremos más Mi querido Romanones, vaya a la Carrera de San Jerónimo, y anuncie los cambios, y recuerde, un militar más en el Gobierno
Retrato de Amalio Gimeno y Cabañas, Diputado por Valencia, Ministro en varias ocasiones; pintado por Joaquin Sorolla(1) Ministro de Estado entre noviembre de 1915 y febrero de 1916
(2) Ministro de Estado entre abril de 1916 y abril de 1917. Sustituiría a Romanones que hizo las veces de Ministro de Estado entre febrero y abril de 1916.
(3) Álvaro de Figueroa diría realmnete: La frase es el alcaloide del pensamiento; con una frase se hiere y hasta se mata. Durante largo tiempo se recuerda y se repite