LA PRODUCCIÓN DE ARMAMENTO, artillería
En cuanto a la artillería, las plantillas de armamento de las brigadas de infantería anteriores a la guerra daban un total de 540 piezas Schneider de 75mm, que llegaban a 720 al contar las presentes en las maestranzas de artillería. En cuanto a las divisiones, estas disponían de 336 cañones de 105mm que alcanzaban las 400 unidades con las presentes en parques. Estas dotaciones de artillería se completaban con 130 cañones Krupp 150/27, y 128 obuses Krupp de 210mm. Cuestión distinta eran las brigadas independientes de cazadores de montaña que utilizaban la pieza Schneider de 70mm. En este caso sus baterías contaban con 6 piezas y no con las habituales 4 piezas, tratando así de ofrecer un poder adicional al ser brigadas independientes que no contaban con apoyo divisionario.
Esto suponía que la artillería presentaba un déficit al estallar la guerra y decretar la movilización de; 144 cañones Schneider de montaña de 70mm (1), 516 cañones Schneider de 75mm, y 282 de 105mm que debían equipar las nuevas divisiones y brigadas movilizadas a tal efecto. En cuanto a la artillería pesada, tan solo se movilizaron dos nuevos cuerpos de ejército para formar el ejército de reserva, que preciso 24 cañones de 150mm y otros tantos obuses de 210, por lo que pudieron equiparse esos grupos de artillería sin mayores problemas tras fabricar 2 y 4 piezas respectivamente.
Por lo tanto tras el estallido de la guerra se decidió potenciar la producción de piezas de 70, 75, y 105mm, a las que se sumó una producción mucho menor de cañones de 150 y obuses de 210mm con el único fin de mantener plantillas anticipando las previsibles perdidas de la guerra. A estas piezas se sumaron el novedoso obús Schneider de 155m presentado por la firma francesa al ejército poco antes de la guerra y que ahora había sido adoptado por el ejército, y numerosas piezas anticuadas de diversos calibres que se emplearían para reforzar las defensas de los pirineos (2).
Para dar cumplimiento a estos requerimientos se doblaron los turnos en las maestranzas de artillería de Sevilla y las fábricas de Trubia y Plasencia de las Armas, además se aceleró el montaje de nuevas factorías como la de Reinosa, Cádiz o Cartagena pertenecientes a la armada, que se sumaron a la misión de fabricar armas para el ejército. Con las cuatro fábricas a pleno rendimiento, los requerimientos de artillería de 75mm se habían cubierto un mes atrás, alcanzándose una producción de 650 piezas en esos momentos. A esta producción se sumaban 210 cañones de montaña de 70mm para las brigadas de montaña, y 180 obuses de 155mm para equipar 3 regimientos pesados con los que se formó una brigada de artillería independiente a la que a finales de año debía sumarse una segunda brigada similar.
Según los informes de producción para la campaña de verano la artillería podía decir que estaba a pleno rendimiento, sumando un total de 488 cañones de 70mm en las brigadas de montaña y como pieza de acompañamiento de infantería, 1320 cañones de 75mm en las brigadas de infantería, 732 piezas de 105mm en las divisiones, y 264 cañones y otros tantos obuses en los cuerpos de ejército. Por lo tanto a partir de ahora toda la producción sería destinada a crear una reserva para reponer pérdidas y a reforzar la potencia de fuego de las baterías, tal vez pasando de equipar 4 piezas por batería a 6 o incluso a 8.
Fuere como fuere la producción de artillería proseguiría a máximo rendimiento mientras las materias primas lo permitiesen, y sin duda los buques que se desguazaban en numerosos puertos del país para aprovechar su acero auguraban un tiempo de tranquilidad en ese aspecto. Peores previsiones había con respecto a las herramientas de corte precisas para la fabricación de esta artillería. Las piezas de mecanizado apenas podían ser cubiertas por la industria nacional, que había recurrido adquisición de piezas en diversos países de Iberoamérica con las que al menos de momento habían logrado mantener la producción.
Que depararía el futuro era un tema cuanto menos preocupante y durante los dos últimos años se habían estado estudiando alternativas que solventasen el problema y se había ordenado a las industrias buscar una solución nacional, desarrollando mejores procesos de producción de estas herramientas o aleaciones más duras y perdurables. En el fondo era una lástima que el carburo de wolframio fuese inútil de momento para fabricar estas herramientas, pues tratándose de un metal tan denso sin duda ofrecería unas cualidades a las fresas difíciles de igualar por ningún otro metal.
Estiro el brazo para coger la pluma y anoto sobre los informes una nota de recordatorio. Solicitaría a Kupka y a las industrias metalúrgicas y universidades que tratasen de encontrar una solución a esos problemas. A medio plazo precisarían de nuevos materiales y procesos de mecanizado con los que aligerar costes.
Con un suspiro cogió para remover el brasero que tenía bajo la mesa con movimientos suaves de la badila, pese a haber entrado en mayo la temperatura había descendido subrepticiamente días atrás, notándose especialmente al pie de la sierra.
- En realidad como esta pieza también también sería utilizada como arma de acompañamiento el número sería más elevado, tratando de añadir 2 piezas por batallón de infantería al menos en las unidades de primera categoría.
- Hasta el momento más de 430 piezas Krupp, Sotomayor, Plasencia, y Nordenfelt entre otras.