El vicealmirante Napier se enfrentaba a la decisión de acudir en ayuda del convoy italiano o salvar sus buques, dirigiéndose a Malta, una decisión sin duda difícil, tal vez la más complicada de su carrera. Finalmente decidió acudir en ayuda del convoy, pues aun si perdía toda su escuadra existía la posibilidad de destruir la 3ª Escuadra española, y su falta sería más decisiva que la destrucción de los buques bajo su mando. No tardaron en poner rumbo hacia la tragedia que se estaba viviendo a unas horas al sur de su posición.
En el convoy italiano el Croatit fue sorprendido por la declaración de guerra española mientras navegaba en compañía de cuatro pesados vapores cargados con suministros procedentes de los EEUU, maquinaria y bienes de primera necesidad principalmente. No tardaron en encontrase con los buques enemigos que les esperaban en la ruta, una ruta que al fin y al cabo ellos mismos habían delimitado por su supuesta seguridad. Ahora enfrentado a una flota que le superaba en poder de fuego, blindaje y velocidad, el capitán Molinaro había visto como los cruceros acorazados enemigos cortaban las posibles rutas de escape, por lo que se vio forzado a luchar desoyendo los mensajes que le conminaban a rendirse y entregar su nave. Iniciado el combate trato de interponerse entre los vapores que escoltaba y los buques enemigos, pero pronto fue centrado por los numerosos cañones que le disparaban. Los proyectiles enemigos barrieron su puente destrozando el buque, perforando sus cubiertas y destrozando su sistema de propulsión. El Croatit explotaría poco después hundiéndose con rapidez.
Con los vapores en su poder la escuadra española aproo hacia el oeste dirigiéndose al estrecho, habían pasado menos de 30 minutos desde que empezara el combate. Al norte de allí el vicealmirante Napier supo de lo sucedido al captar los mensajes que radiaban los mercantes hasta que fueron capturados. Situado a tres horas de la zona, y sabiendo que los buques españoles se alejarían antes de su llegada y existía la posibilidad de que la 1ª Escuadra cayese sobre él, cambio de rumbo una vez más para dirigirse a Malta. Días después poco antes de llegar a la isla el Mars sería torpedeado y hundido.
Tras asegurar el control del estrecho por el que en las siguientes semanas no lograría pasar ni un solo buque civil o militar perteneciente a la Entente o que comerciase con ellos sin ser revisado y en caso necesario llevado a puerto. Ahora la escuadra española podía dirigirse a los puertos de Gibraltar (1) y de Málaga. Allí recalaron para descansar unos días y hacer carbón o reponer las municiones y consumibles gastados durante el pasado mes de campaña en alta mar. Sería precisamente en Málaga donde recalarían los cruceros de batalla alemanes, de los que por fin descargaron los bienes enviados a España como parte del acuerdo de colaboración más estrecha. Entre estos destacaban máquinas de prensado y laminación de aluminio, nuevos prototipos de carburador, y tres de los nuevos aeroplanos alemanes Albatros D-II y un D-III, llamados a dominar los cielos de Flandes en breve.
Solo cuando los hubieron descargado y descansado durante unos días, la escuadra se hizo de nuevo a la mar aprovechando el buen tiempo imperante esos días en el estrecho. Para entonces ya habían sido informados que el k.u.k U-14, mandado por Georg Ritter von Trapp había torpedeado y hundido al acorazado Mars junto a las costas de Malta. Un nuevo golpe al control enemigo del mediterráneo.
Ahora su misión era sin embargo muy diferente. Tras agruparse en una poderosa flota que incluía ambas escuadras españolas más los refuerzos, se dirigieron de nuevo a Tánger, donde los monitores británicos permanecían encerrados bajo la vigilancia de los acorazados españoles que habían tendido las redes antitorpedo como medida de seguridad. Una vez allí se aproximaron al puerto desatándose un duro combate entre los monitores y la flota de dos horas de duración que tan solo finalizo por la caída de la noche.
El ataque era sin embargo una añagaza para cansar al enemigo. Poco después de medianoche tres viejos vapores reunidos entre las presas capturadas en las pasadas campañas se dirigieron a la entrada del puerto a toda velocidad. Serían descubiertos poco después desatándose un duro combate cuando los monitores abrieron fuego sobre los vapores y la escuadra disparo una vez más para protegerlos. Pronto los primeros impactos en los vapores empezaron a hacer evidente la dificultad de su misión. Sin embargo todos los elementos inflamables habían sido retirados y los vapores soportaron los daños con la suficiente entereza como para seguir navegando con velocidad contra sus objetivos.
En cubierta de estos vapores se afanaban ya los marineros que saltarían a los botes poco después en una difícil maniobra cuando navegaban a más de 10 nudos y bajo el fuego. Entre ellos se encontraban los fogoneros que habían abandonado sus puestos tras dar el máximo de presión y asegurado la maquinaria. Tan solo los tres capitanes quedaron en el puente dirigiendo con mano firme los buques lanzados sobre la bocana del puerto. Allí embarrancarían en los espigones o serían hundidos en la bocana del viejo puerto que ahora estaba siendo remodelado por ítalo-británicos.
Los monitores británicos habían quedado atrapados en el interior del puerto. En breve los trimotores diseñados por de la Cierva empezarían sus misiones sobre este puerto atacando desde gran altura.
- Había sido reparado y puesto nuevamente en servicio.