La Armada del futuro, casi invencibleCon la incorporación de cuatro submarinos, dos buques y cuatro patrulleras culminará una transformación ejemplar
MADRID- Hace unos días, el portaaviones «Príncipe de Asturias» cruzaba el Estrecho de Gibraltar acompañado por cuatro fragatas: una francesa, la «Jean Bart», y tres españolas, la «Reina Sofía» (F-84), la «Almirante Juan de Borbón» (F-102) y la «Blas de Lezo» (F-103). Todo un resumen de lo que es la Armada de hoy y de lo que será la potencia marítima española en los próximos años. Por un lado, la interacción con otros países, clave en los planteamientos de las Fuerzas Armadas actuales. Por otro, las tres fragatas representan el proceso de transformación en el que está inmersa una de las marinas más antiguas de la tierra.
La llegada de las fragatas F-100 a la flota supuso el salto cualitativo de una armada que se había quedado estancada. Su sistema de combate, el revolucionario Aegis, sitúa a estos buques a la misma altura que los estadounidenses, pero un punto más allá: los ingenieros españoles consiguieron instalar este sistema en la mitad de espacio que los americanos, proeza que llegó incluso al Congreso norteamericano en forma de agrio debate y que despertó el interés de medio mundo por las fragatas españolas (Noruega ya tiene cuatro similares).
Las F-100 han abierto la puerta a la modernidad, pero la verdadera transformación de la Armada tendrá su culmen cuando reciba el Buque de Proyección Estratégica «Juan Carlos I», uno de los proyectos más ambiciosos que se han planteado en materia naval en los últimos años. El concepto de este buque mezcla el del portaaviones con los de transporte de tropas y material, tan utilizados en los últimos tiempos para misiones como las de Haití o Líbano. Su cubierta de vuelo de 185 metros, más larga que la del «Príncipe de Asturias», le permitirá operar con seis aviones Harrier, cuatro helicópteros Chinook, seis NH-90, seis Seahawk, y seis AB-212. Si bien servirá como complemento al buque insignia de la Armada a la hora de reforzar la capacidad aeronaval de la misma y ejercerá de sustituto del «Príncipe de Asturias» en los periodos en que éste se encuentre en dique seco (a partir de 2009 estará dos años parado), su principal novedad será que su fabricación se ha planteado teniendo en cuenta la posibilidad de operar con elementos del Ejército de Tierra.
A la capacidad de transporte de personal (hasta 900 infantes), y de material, desde helicópteros de las Fuerzas Aeromóviles del Ejército hasta carros de combate Leopard, se une la novedad de un sistema de propulsión mitad diésel y mitad eléctrico, que por primera vez no estará conectado a las tradicionales hélices sujetas a un eje sino a un sistema de hélices pareadas carentes de timones que facilitan la movilidad del buque, que estará dispuesto para navegar en diciembre del año próximo.
Junto al «Juan Carlos I», una de las prioridades de la Armada, y de su jefe, el almirante Sebastián Zaragoza Soto, es dotar a la flota de un poder submarino que se ajuste al progreso en superficie. En este momento, la Armada cuenta con cuatro sumergibles de la clase S-70, que rondan ya los treinta años de vida. Para suplir a éstos, una vez jubilados los S-60, la Armada tiene en la cartera la siguiente clase, la S-80. Pese a que a su predecesor aún le quedan algunos años de vida, la pretensión de la Armada, dados además sus problemas de personal, era tener un tipo de arma subacuática más grande y con menor necesidad de efectivos, por lo que los nuevos submarinos sólo tendrán una dotación de 40 hombres, veinte menos que sus predecesores. El programa de la Armada consta de cuatro unidades de S-80 que se entregarán entre los años 2011 y 2014. Sus 71 metros de eslora contendrán seis tubos lanzatorpedos y misiles mar-tierra, y están diseñados para cumplir misiones de proyección de poder naval sobre tierra y protección tanto de una fuerza desembarcada como de un grupo de unidades marítimas.
Sólo dos son operativos
El problema actual de la Armada es que de los cuatro submarinos de que dispone, uno está permanentemente parado en lo que se denomina gran carena y otro en revisiones periódicas, por lo que sólo quedan dos operativos.
Previendo posibles problemas similares en un futuro, la Armada ha conseguido meter otros dos S-80 en la cartera de compras, según informa EP.Para completar esta Marina del futuro, el astillero de Puerto Real construye ya un Buque de Aprovisionamiento en Combate (BAC), el «Cantabria», y cuatro Buques de Acción Marítima (BAM) que sustituirán a las actuales patrulleras. El BAC constituye una necesidad básica de cualquier armada con pretensiones de proyección. Su misión, garantizar la autosuficiencia logística del resto de buques en un despliegue. Pero en el caso del «Cantabria» va un paso más allá que el resto de buques de aprovisionamiento, ya que estará dotado con un hospital de última tecnología a bordo, doble casco y una cubierta de vuelo. Pero habrá que esperar hasta enero de 2009 para verlo navegar. La Armada afronta su futuro bajo la atenta mirada de muchos países que se interesan por su gigantesco salto cualitativo. Consciente de las limitaciones a la hora de reclutar marineros, sus buques necesitarán menos personal, serán más habitables, más tecnológicos y con capacidades que superan a los de los países de nuestro entorno. Eso sí, siempre con su buque insignia, el «Príncipe de Asturias», al frente.
«Príncipe de Asturias», buque insignia de la Armada, estará dos años en dique seco desde 2009