Cómo fue la noche en la que pudo haberse evitado la Guerra de Malvinas
El embajador de EE.UU. visitó a Galtieri; le pidió que retirara las tropas; "no decido solo", dijo el militar
WASHINGTON.- Todos sabían que ésas eran las últimas horas. Era la madrugada del 30 de abril de 1982, hoy hace 25 años, y el conflicto por las islas Malvinas estaba por convertirse realmente en una guerra.
Habían fracasado los dos intentos del secretario de Estado, Alexander Haig, por negociar una salida entre Londres y Buenos Aires, y Ronald Reagan se encaminaba a anunciar la cooperación de Estados Unidos con Gran Bretaña.
Entonces, su embajador en Buenos Aires, Harry Shlaudeman, hizo su último y desesperado intento: le pidió al general Leopoldo Galtieri que la Argentina retirara sus tropas de las islas y éste aceptó planteárselo a los otros jefes de la Junta, según surge de los documentos secretos del gobierno norteamericano, que desclasificó el área de Archivos de Seguridad Nacional (NSA, en inglés) de la Universidad George Washington junto con el profesor de la Universidad de Buenos Aires (UBA) Marcos Novaro.
Aquella medianoche comenzó cargada. "Venimos sin instrucciones de la Casa Blanca, general. Queremos saber si hay alguna forma de evitar la confrontación fatal", le dijo el embajador Shlaudeman a Galtieri.
De inmediato le blanqueó que se trataba del epílogo diplomático: "No hemos recibido una respuesta a nuestra última propuesta. Si se sigue así, mañana anunciaremos varias medidas contra la Argentina".
La reunión de Shlaudeman con Galtieri comenzó cerca de la medianoche, en la sede de la jefatura del Ejército, según el diplomático precisó en diálogo con LA NACION, desde su casa en California. "Recuerdo que aquélla fue una larga noche. La recuerdo muy bien. Conversamos una hora y media o dos y volví a mi embajada a escribir el cable y dormir unas horas", rememoró.
-¿Fue una reunión tensa?
-No, no había tensión. Estábamos todos muy cansados y descorazonados. Sabíamos que era la última chance.
-¿Fue en la Casa Rosada?
-No, en la jefatura del Ejército. Lo recuerdo bien. La consiguió mi agregado militar, Jack, que tenía una buena relación con él. Galtieri solía escucharlo más a él que a mí.
-¿Galtieri estaba sobrio esa noche? Usted sabe bien de las versiones que lo rodeaban, que no aguantaba la presión y que
-[Ríe por un segundo, luego su voz se agrava otra vez.] Puedo asegurarle que esa noche seguro que no fue así. ...l también era consciente de la gravedad de lo que estaba por ocurrir. Solíamos compartir unos tragos
-¿Vino, whisky, gin?
-Scotch. Pero no tengo un recuerdo preciso de si esa noche tomamos una copa o no. Si tomamos algo esa noche, fue algo anecdótico, porque ni lo recuerdo. Hablamos largo y luego volví a la embajada y escribí ese cable. Al día siguiente volví a verlo en la Casa Rosada y me dijo que no, que la Armada lo había vetado.
El tiempo en Washington se venía agotando y la presión del Senado norteamericano aumentaba, mientras el jefe del Pentágono, Caspar Weinberger, ya prestaba ayuda logística a Londres en secreto.
"Lo interesante es que Shlaudeman muestra una cierta simpatía por Galtieri, hasta el punto de informar en sus cables que consideraba que [Galtieri] quería buscar una salida pacífica", dijo el director del NSA, Carlos Osorio, a LA NACION.
"De los cables de Shlaudeman queda la sensación de que Galtieri empieza a comprender que está atrapado por la historia", agregó.
De los cables desclasificados también surge que Washington estaba al tanto del tortuoso sistema de mando de la dictadura. "No está claro quién está al mando ahí", explica Haig al canciller británico, Francis Pym, en un mensaje reservado. "Tanto como 50 personas, incluyendo comandantes de cuerpo, pueden estar ejerciendo vetos. De seguro, no puedo hacer más en este punto. He terminado esta fase de mi esfuerzo", le anticipa.
Para Osorio se trata de una dinámica repetida en América latina: "Estaban realmente trabados. Más que una institución verticalista se convirtió en un cuerpo colegiado, balcanizado. Lo he visto en otros ejércitos que encabezaron dictaduras. Se convierten en una suerte de ´partido-ejército ".
Eso quedó en evidencia en las primeras horas del viernes 30 de abril. Shlaudeman le pidió a Galtieri que retirara sus tropas como "gesto de buena fe", según relata en su cable. Pero el general replicó que él era "sólo uno de los tres que toman las decisiones".
Minutos después, ante la insistencia, se descargó: "La Armada está hambrienta por entrar en acción". Galtieri dijo, de todos modos, que les plantearía el pedido a los jefes de la Armada y la Fuerza Aérea, Anaya y Basilio Lami Dozo.
Pero en la mañana del 30, cuando volvió a reunirse con Shlaudeman, confirmó su anticipo de la noche previa: "La Argentina no puede tomar ese paso unilateralmente porque aparecería cediendo a la presión".
¿Ahí se terminó?, preguntó LA NACION a Shlaudeman.
-Sí, cuando en la Casa Rosada me dijo que no era posible.
Era el comienzo del fin. Ese mismo viernes 30, horas después de la negativa, Reagan anunció el apoyo abierto de Estados Unidos a Gran Bretaña. El 1° de mayo comenzó el bombardeo a Puerto Argentino. El 2, dos torpedos hundieron el crucero General Belgrano.
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