Se ha hablado largo y tendido del fin de la caballeria pesada desde Crecy y Agincourt, pero yo no lo veo así, en primer lugar no es la infanteria tradicional la que derrota a los caballeros franceses, sino los arqueros, tropa que por su especial ideosincracia no se exporta de Inglaterra al resto del continente (se necestiba tanto tiempo y dinero en formar un arquero como un caballero) y la caballeria pesada francesa siguio siendo la reina de los campos de batalla en Europa durante al menos 150 años más, hasta el punto que la otra tropa reconocida en todo el continente como capaz de desnivelar un conflicto (los piqueros suizos y landsqueletes alemanes) son especialistas contracaballeria pesada, si se puede espresar así.
Yo lo que he querido decir, es que su valor en combate era limitado. Tendría que matizar que limitado a un terreno y unas condiciones aptas para su empleo.
En Creçy no son solo los arqueros los que los derrotan, sino el terreno enfangado, las estacas y sobre todo la soberbia.
Esa soberbia les impide a los caballeros franceses el no hacer otra cosa que cargar de frente, sin ninguna variación táctica.
Esa soberbia puede ser una gran aliada, pero también un gran defecto.
Y esa soberbia o cabezonería, es lo que les cuesta Creçy, Agincourt y las batallas citadas. Creo que también la "batalla de las espuelas" en Flandes, pero no estoy seguro.
Ya que ha salido varias veces el tema de los desafíos, contaré lo que conozco sobre ellos.
A finales de 1.502 y comienzos de 1.503, hubo una larga temporada de inactividad, motivada por el clima de invierno y los asedios a determinadas plazas fuertes.
Se conoce el caso de tres grandes (e importantes) desafíos en las puertas de Barletta.
En ellos primaba un concepto caballeresco y medieval. Se prefería capturar al caballero para lograr rescate, antes que acabar con él.
El propio Gran Capitán fue desafiado por Luis de Armagnac, virrey de Nápoles, pero Gonzalo contestó por medio de un heraldo: "decirle que combatiré cuando yo quiera, cuando me convenga, no cuando ellos me reten y al enemigo se le antoje".
En esta época, fue frecuente las comidas entre franceses, italianos y españoles, y en una de ellas, los franceses reconocieron que la infantería española era mejor que la suya, pero la caballería era superior la gendarmería francesa.
Esto dicho a los españoles, nobles, era poco menos que una ofensa, por lo que se acordó un encuentro, once contra once.
Los vencidos entregarían armas, montura y 100 ducados al vencedor.
Los españoles eran, el gran Diego García de Paredes, convaleciente de una herida, Diego de Vera, Gonzalo de Aller, dos hermanos llamados Moreno, Martín de Tueste, Jorge Díez (portugués), Gonzalo de Arévalo, Capitán Segura, Alí Vera y Oñate Piñán. El padrino era el gran Prospero Colonna.
Los franceses: François DÚrfe, Pierre de Poquiere, Héctor de la Riviere, Pierre Guiffrey, Noël de Fahys, Mondragón (vizcaino), Luis de Sant Bonnet, René de Chesnaye, Antoine de Clermont, Claude de Bouvens y el gran Bayardo, el caballero sin tacha.
“…Las piezas de campaña se perdieron; bandera de español ninguna…” Duque de Alba tras la batalla de Heiligerlee.