Sólo por zanjar el tema de Tabernas. Independientemente de estar a sólo 30 km de Almería, de ser un punto vital de las comunicaciones de la provincia por pasar por allí la autovía A-92 y la antigua carretera de Murcia, de que sólo el pueblo de Tabernas tiene unos 4.000 habitantes (y el circuito de Almería, muy famoso entre los moteros porque garantiza jornadas largas de sol en pleno invierno), existen gran cantidad de especies endémicas de alto valor ecológico.
Téngase en cuenta que la naturaleza no son sólo las ardillas, que también hay vida aunque no haya bosques:
La desolación vegetal del desierto de Tabernas es tan espectacular como las características climáticas, geomorfológicas y edáficas que lo enmarcan, y la escasa y rara vegetación que a duras penas coloniza cárcavas y taludes, constituyen una comunidad con un alto grado de xerófila y con nivel de cobertura semejante a la de los desiertos norteafricanos. La especie dominante y omnipresente en todos los biotopos es la "Escoba" ("Salsola genistoides") que cubre menos del 15% del suelo, pero la singularidad de la flora del desierto almeriense, la define la presencia de la crucífera "Euzomodendron bourgaeanum', género mono-especifico endémico de Tabernas que da nombre a una asociación donde abundan las gramíneas, quenopodiáceas y cistáceas.
Las difíciles condiciones ecológicas, cada vez más extremadas, han supuesto la desaparición de algunas especies vegetales como el palmito. Pero, a su vez, han aparecido nuevas plantas de gran interés científico como el bellísimo "Limoníum insignís" en peligro de extinción por el valor ornamental de sus inflorescencias, la escasa "Morícandia foetida", que florece en las primaveras lluviosas sobre los taludes margosos o las también endémicas "Herniaria fontaneslí", "Helianthemum almeriense" y "Linaria nígrícans". También merecen citarse las parásitas de Quenopoidáceas, "Cynomorium coccineum" y "Cystanche luteum", de vocación nitráfila y florecimiento tardío.
Las numerosas ramblas que se encajan sobre estos paisajes telúricos y abrasadores constituyen el único elemento ecológicamente diferenciado del desierto, al socaire de los microclimas existentes en ellas, y, a favor de las corrientes subálveas, se ordenan bosquecillos de tarais y adelfas, en donde encuentra cobijo la avifauna nidificante como el verdecillo ("Serínus serinus") o la curruca cabecinegra ("Sylvia melanocephala").
En las ramblas del desierto el efecto de borde se muestra en todo su esplendor: anfibios como la rana ("Rana ridibunda") o el sapo ("Bufo bufo"), reptiles como la lagarta colirroja ("Acanthodactylus erithrurus"), el lagarto ocelado ("Lacerta lepida"), la culebra de escalera ("Elaphe escalaris"), la culebra de agua ("Natrix maura") o el galápago leproso ("Chlemys caspica") y mamíferos como el zorro ("Vulpes vulpes"), conejo ("Oryctolagus cunículus"), rata ("Rattus rattus") y lirón careto ("Elyomis quercinus"), son abundantísimos, encontrando en ellas un hábitat adecuado. En las paredes verticales, que delimitan los meandros más encajados, se instalan en nichos diferenciados, colonias sedentarias de grajillas ("Corvus monedula") y numerosas parejas de roqueros solitarios ("Monticola solitarius"), aviones roqueros ("Hirundo rupestris") y collalbas negras ("Oenanthe leucura") y, durante la primavera, centenares de ruidosos vencejos reales ("Apus melva").
En este espacio también existen auténticos oasis en torno a los afloramientos de agua casi siempre salinos y se establecen densas formaciones de vegetación halófila en los que carrizos y tarais disputan el sustrato frente a las plantas barrilleras, salsoláceas y quenopoidáceas, dominando unos u otros en función de los gradientes de humedad y salinidad del suelo.
Después de todo esto, por más vueltas que le demos, llegamos a:
-No las necesitamos.
-No merece la pena la inversión para el rendimiento.
-Para tener el arsenal independiente de terceros países, tendríamos que desarrollar el vector de lanzamiento.
-Existen tratados de no proliferación.
- No es sólo crearlas. Se podría conseguir una partida presupuestaria enorme el día que vayan borrachos a votar los presupuestos generales del estado. Lo caro es mantenerlas en condiciones de seguridad. (Véase antigua URSS). Hipotecaría nuestras FAS para los restos, entre mantenimiento de instalaciones, desarrollo y mejora de vectores, seguridad (habría que crear nuevas unidades que se dediquen exclusivamente a montar guardia de todo eso).
-Mientras se mantenga la situación geopolítica actual, España no las necesita. Si empieza a cambiar, porque nuestros posibles enemigos se potencian, entonces no tendremos más remedio que potenciarnos nosotros también para mantener la relación de superioridad.
-El peso internacional de un país lo da la imagen exterior, la potencia económica, la diplomacia y una política exterior fuerte, constante y consecuente. No las dichosas bombas. (¿o es que nos tomamos a risa a Alemania, a Italia o a Japón?)
-La disuasión de las armas atómicas es una quimera. Todos los países que las poseen han entrado en guerra despúes de desarrollarlas, luego ya han fallado.
-Una vez iniciado el conflicto, su poder destructivo es tan sobrecogedor que nadie quiere usarlas. Estamos en el siglo XXI, la sociedad en conjunto (incluyo militares) se preocupan de los "daños colaterales", de aumentar la precisión de las armas y minimizar sus daños, de desarrollar armas no letales... y vosotros proponeis arrasar el millón de personas que vive en Rabat de una tacada...