No se si de vez en cuando nos repetimos con los mismos problemas a los que aplicamos los mismos argumentos, pero sin que sirva de nada porque parece que, al menos, un interlocutor está sordo o no quiere oír. Así que yo, que también tengo derecho, me voy a repetir. Llevamos ya unas semanas a vueltas con los símbolos nacionales. Y francamente no entiendo – bueno … ¡¡vamos, sí lo entiendo!! - como esto ocurre en una nación tan antigua, y democráticamente avanzada, como España.
La situación es tal – amenazas independentistas, quema de banderas y fotografías del Jefe del Estado… - que ha tenido que salir a la palestra el líder de la oposición, porque el presidente del gobierno está tan atenazado, por los nacionalismos, que es incapaz de mostrar el menor gesto en la defensa de los símbolos nacionales y, claro, en política cuando hay un vacío alguien se apresura a cubrirlo. Lo que parece increíble es que el hueco se produzca con los símbolos nacionales y que entonces, para justificar lo injustificable, el culpable acuse, al que lo pretende solucionar, de apropiarse o de hacer un uso partidista de ellos. Ambas premisas son absurdas e indefendibles porque los símbolos o los más sensibles sentimientos : patriotismo, bandera, himno… son de todos y, que esto - inconcebible en los países democráticos de nuestro entorno - suceda nos debía de cubrir de vergüenza y de preocupación. Los símbolos son para aceptarlos – ya no digo amarlos – como las leyes para cumplirlas. Lo contrario es la disolución del Estado. La Constitución fija los modos para modificarlos y entonces habrá que aceptarlos como hoy hay qua admitir los que tenemos.
La bandera representa a España, a los valores que inspira la Constitución y, por tanto, es de todos los ciudadanos porque a todos ampara y representa por igual. La bandera de España simboliza la nación: es signo de soberanía, independencia, unidad e integridad de la Patria y representa los valores superiores expresados en la Constitución. Creo que es suficientemente clara la explicación y eso haría abortar la idea de que esos conceptos son exclusivos de unos u otros grupos o partidos. Hay que respetar – y hacer respetar la bandera – y lo que preocupa es que quien esta obligado a defenderla esté con los que no la reconocen. Hoy 12 de octubre, Fiesta Nacional, cuando puse la bandera en el balcón en vez de hacerlo como la cosa más natural del mundo - como cuando se da un beso a un hijo - creí que cometía un acto de valor (???) (¡¡Y vivo en el sur!!). Así que ¡¡ cuidado!! no estamos ante una cosa baladí, que hay españoles que, aun respetándola, no se atreven a enarbolar la bandera de España.
En España se asocia frecuentemente la bandera nacional con derecha o dictadura franquista y a esto contribuyen interesadamente los nacionalismos dándole al término un sentido negativo que se debe a toda costa desterrar, porque es una fuerza aglutinante que refuerza el poder nacional. Y ya nuestros colores tienen su antigüedad. Ya por Real Decreto de 28 de mayo el Rey Carlos III dispuso :
"
Para evitar los inconvenientes y perjuicios, que ha hecho ver la experiencia, puede ocasionar la Bandera Nacional de que usa mi Armada Naval y demás embarcaciones españolas, equivocándose a largas distancias o con vientos calmosos, con las de otras naciones, he resuelto que en adelante usen mis buques de guerra de Bandera dividida a lo largo en tres listas, de las que la alta y la baja sean encarnadas y del ancho cada una de la cuarta parte del total y la de en medio amarilla, colocándose en esta el escudo de mis Reales Armas reducido a dos cuarteles de Castilla y León con la Corona real encima... ".
La bandera es el símbolo de la Patria y concentra en si todas las esencias nacionales y no se puede jugar con los sentimientos de la gente. Recordemos la anécdota que Juan Ginés de Sepúlveda, en uno de sus Diálogos, pone en boca de Gonzalo Fernández de Córdoba :
“Yo he visto – dice – a un abanderado, en una batalla que tuvimos con los franceses, que perdió el brazo con el que sostenía la bandera; la tomó con la mano izquierda, sin retroceder, juzgando ignominioso dejar el lugar una vez ocupado, y poco después, atacando el enemigo que buscaba sobretodo apoderarse de aquella bandera , perdió también la mano izquierda. Y entonces, encendido el ánimo por la gloria y no perder antes la bandera que la vida, la estrechó entre sus brazos truncados, y quedó allí sin moverse, hasta que el enemigo huyó rechazado por el valor de los nuestros. Y este soldado, después de la victoria, fue llamado por mí y le alabé la hazaña. Y me parece que con la alegría de tanta gloria no sentía el dolor de las heridas “.
El héroe era el alférez abanderado Hernando de Illescas y la hazaña ocurrió en la batalla de Garellano (6/6/1503). En el curso de los siglos, muchos españoles cayeron al pie de las banderas que defendían. Y morir por la bandera carecería de sentido si la bandera solo fuera un guión brillante o un distintivo ornamental y decorativo.
“Siento envidia de esos ciudadanos que se envuelven en su bandera con orgullo, que la tienen en casa, como un bien preciado, que la ponen en el balcón, con naturalidad, en las festividades nacionales. Siento envidia de esos ciudadanos que escuchan el himno de su país de pié y con la mano en el corazón. Siento envidia de esas naciones donde los periodistas se levantan cuando entra el Presidente, en la sala de conferencias, por que representa a la nación. Siento envidia... si, mucha envidia”. (
AFOCES)
¿Por qué no somos normales?
SALUDOS