Unos articulítos al hilo de lo que esta pasando.
¿Por qué llaman liberalismo al "capitalismo de Estado"?
En 1907 Theodore Newton Vail –presidente de la compañía telefónica AT&T– escribió que el servicio de telefonía no podía ser eficiente en un sistema de libre mercado y tenía que convertirse en un monopolio. El Gobierno americano escuchó a Vail y acabó reduciendo la competencia drásticamente para transferir los clientes a AT&T. ¿Cree que Vail era un liberal por ser un gran empresario? Más bien fue un precursor del capitalismo de Estado, economía del fascismo o socialismo para ricos; una ideología que años después triunfaría en la Italia de Mussolini y en los Estados Unidos de Roosevelt. Como estamos viendo estos días, los gobiernos, desde Bush hasta Zapatero, están reforzando otra vez esta unión entre el Estado y las grandes empresas con sus rescates y ayudas.
La mediocridad intelectual de muchos periodistas está confundiendo los términos, llamando liberalismo a un sistema que es en realidad su opuesto. Comprueben si no la ignorancia patente de Alfredo Abián e Iñaki Gabilondo. Estas voces, de forma populista, asocian empresarios con liberales y economía norteamericana con liberalismo. La verdad es que es difícil encontrar un empresario liberal, y más si pertenece a una gran compañía o las representa.
Por ejemplo, fíjense en Gerardo Díaz Ferrán, presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE). El empresario se quedó a gusto diciendo que "se puede poner un paréntesis a la economía libre de mercado" para que el Estado le salve el cuello. ¿Cree que un liberal diría una salvajada así? Díaz Ferrán es una persona que ha forjado su fortuna a través del amiguismo con los políticos. En su línea, ahora busca establecer relaciones con el Gobierno actual, algo que también hizo con el Gobierno Aznar. Al igual que hiciera Vail, su interés no es que ni el mercado ni la sociedad sean libres de la coacción del Gobierno, sino forrarse a costa del pagador de impuestos.
También oímos que el cierre de algunas empresas norteamericanas y los rescates de otras son un símbolo del fracaso del liberalismo. ¿De qué liberalismo hablan? La realidad es que pocos países son tan intervencionistas como Estados Unidos en el mercado financiero. Tienen un órgano regulador por cada mercado y, a diferencia de los españoles (afortunadamente para nosotros), tienen un nivel de hiperactividad casi enfermizo.
De hecho, las operaciones financieras de los bancos quebrados fueron autorizadas por el Gobierno o incluso creadas e impulsadas por este. Fannie Mae, por ejemplo, nació por iniciativa de Franklin Delano Roosevelt durante la Gran Depresión para que no se hundiera el sector de la vivienda. Es la misma excusa que emplea ahora Zapatero para su plan de rescates y ayudas (como todos ya sabíamos, su mentalidad va 80 años atrasada). El Gobierno americano creó empresas de este tipo a través de la Government Sponsored Enterprise (GSE) cuya función es expandir el crédito hacia sectores estratégicos con precios por debajo al valor de mercado. A poco que se piense, la medida parece bastante más socialista que liberal.
Fue el GSE quien creó en Estados Unidos el mercado secundario de hipotecas, ese que ahora parece ser la raíz de todo mal. En 2001 el entonces presidente de la Congressional Budget Office, Dan L. Crippen, dijo que "la deuda y titulación de hipotecas del GSE es más valorada por los inversores que los activos similares del sector privado por la garantía que ofrece el Gobierno". La clavó. El Gobierno creó esos activos basura y gracias a esa confianza expandió este tipo de negocio a la economía mundial, que ha explotado varios años después como bombas de relojería. Sus empresas han sido las primeras en hundirse, arrastrando al resto.
Fannie y Freddie, además, tenían un trato especial: recibían líneas de financiación del Tesoro americano. ¡Fíjense qué casualidad: es lo que pide el lobby de la CEOE y Zapatero está haciendo con los créditos del ICO a los constructores! Por si aún le queda alguna duda que el sistema norteamericano no tiene nada que ver con el liberalismo, Fannie y Freddie tenían todo su negocio totalmente supervisado y regulado: volumen de préstamos, cantidades mínimas de capital, activos totales que podían adquirir, etc. ¿Un sector dominado por el Estado de esta forma se le puede llamar liberal? No es un fallo de mercado, sino de Estado y de una forma más amplia del sistema establecido: el capitalismo de Estado.
Todo este lío ideológico se debe a que mucha gente considera liberales a escuelas que realmente no lo son o fundamentan la economía en errores intelectuales básicos. De hecho, la única escuela económica que realmente ha luchado activamente contra el capitalismo de Estado es la Escuela Austriaca. Ésta considera que un sistema no se puede considerar capitalista en el momento que el Gobierno interviene en los factores productivos. Todo sistema donde el Gobierno aplica su extorsión a la economía privada es socialista en un grado u otro.
Esto no significa necesariamente que la Escuela Austriaca tenga una línea de pensamiento anarquista. Ludwing von Mises, por ejemplo, en su libro Burocracia consideraba la justicia, la seguridad nacional y ciudadana factores que estaban fuera de la capacidad de los medios de producción privados.
La solución no es que el Estado tome más fuerza de la que ya tiene, tal y como pretende el establishment empresarial y mediático. A ellos les iría bien, ya que sacarían más dinero a nuestra costa. Como hemos visto, esto es curar al borracho dándole más alcohol. La única solución es abolir el capitalismo de Estado y este socialismo para ricos. Si no hay ningún mal en que cierre la charcutería de la esquina por sus desorbitados precios, o que las tiendas de ropa realicen descuentos de hasta el 70% en sus productos, ¿por qué ha de serlo que las grandes empresas financieras e inmobiliarias lo hagan también? Evitar mediante la intervención estatal este proceso de liquidación y abaratamiento de precios nos obliga a pagar las pérdidas de las empresas "salvadas" para que sobrevivan o puedan vender sus productos y servicios más caros. Y encima es la manera perfecta de incrementar las probabilidades que en el futuro nos estalle otra crisis.
Jorge Valín
Por qué llamaron tantas veces socialista a Milton Friedman
Por Juan Ramón Rallo
No voy a ser yo quien niegue que ayudó a promover la libertad en múltiples ámbitos, pero tampoco voy a ser quien oculte sus errores más flagrantes y perniciosos para el capitalismo. De hecho, reputados liberales no dudaron en calificarle de "socialista" por sus controvertidas opiniones
Las mayores meteduras de pata de Friedman se produjeron en el ámbito monetario. No es casualidad, pues, que recibiera sus primeros reproches en esta materia. (En este punto, yo tampoco dudaría en tildarle de socialista). Como recoge en sus memorias, Two Lucky People, Friedman y su mujer acudieron una vez a un seminario sobre cuestiones monetarias organizado por Frank Knight y en el que también tomó parte Melchior Palyi, uno de los mayores genios en teoría monetaria que dio el siglo pasado. Cuando Friedman terminó de defender el dinero fiduciario y los tipos de cambio flexibles, Palyi, muy enojado, lo tachó de "comunista".
Y es que la propuesta de Friedman concedía a los Gobiernos la facultad para envilecer tanto como quisieran la moneda, al no estar ésta ligada a estándar de valor alguno. Debido a la contaminación friedmanita, se ha extendido la muy errónea idea de que los tipos de cambio flexibles son una medida más propia del libre mercado que los fijos, más parecidos a los intervencionistas controles de precios. Pero, como explica Richard Salsman, "eso es como afirmar que un sistema de pesos y medidas fijos (100 centímetros = 1 metro) es estatista y uno de pesos y medidas variables (ahora, 100 centímetros = 1 metro; dentro de un minuto, 100 centímetros = 2 metros), propio del libre mercado".
Los errores en teoría monetaria de Friedman no terminan aquí. A juicio de otro gran economista, Antal Fekete, Friedman fue, junto con Keynes, el mayor enemigo del patrón oro en el siglo XX. Keynes contribuyó a que Roosevelt expropiara, en 1933, el oro a los estadounidenses; Friedman, a que Nixon se lo quitara a los extranjeros en 1973, con el abandono de Bretton Woods.
En lugar de por el dinero respaldado, Friedman abogaba por un monopolio que emitiera papel incovertible a una tasa fija. Desde el abandono de Bretton Woods, que Friedman apoyó de manera entusiasta, el dólar ha perdido más del 95% de su valor con respecto al oro. El economista de Chicago es uno de los principales responsables del robo monumental que han padecido los acreedores estadounidenses en forma de inflación. Como denuncia Fekete: "Si la potestad para incrementar la oferta monetaria se delega a una agencia con pretensiones científicas, entonces esta agencia se convierte en un medio por el que obtener el poder absoluto. No importa cómo se mire, el poder para emitir moneda es un poder absoluto. Y el poder absoluto conduce a la corrupción absoluta".
Friedman abogó por ese poder absoluto. El desastre actual del dólar es un homenaje a sus ideas.
Política fiscal
También en política fiscal fueron nefastas las teorías de Friedman. En 1947, durante la primera reunión de la sociedad Mont Pèlerin, Friedman y el resto de los asistentes comenzaron a discutir sobre los métodos más eficientes para acometer una política redistributiva. Ludwig von Mises, que se contaba entre los asistentes, no pudo aguantar tamaña pérdida de tiempo antiliberal, por lo que se marchó indignado y dando un portazo, no sin antes exclamar:
"¡Sois todos un puñado de socialistas!".
En sus memorias, Friedman cree que ninguno de los asistentes merecía tal calificativo. Pero lo cierto es que, repasando algunas de sus propuestas fiscales, cabe dudarlo.
El economista de Chicago fue uno de los artífices de las restricciones fiscales aplicadas durante la II Guerra Mundial. Hasta ese momento, los estadounidenses pagaban íntegramente sus impuestos cada 15 de marzo. Tras la reforma de Friedman, el Estado podía ir extrayendo los tributos mensualmente de sus nóminas, con lo que se quedaban antes sin parte de su renta. (Esto impedía, entre otras cosas, invertir y rentabilizar el dinero extraído por el Estado).
Rothbard llegó a escribir que tal medida permitía al Gobierno "utilizar a cada empresario como un recudador de impuestos no retribuido, con lo que se extraen los tributos de manera silenciosa y casi imperceptible". "Hay que agradecer a Milton Friedman su contribución a la creación del Estado-Leviatán en los Estados Unidos", remachó.
Curiosamente, el propio Friedman suscribió esta contundente crítica de Rothbard:
Nunca se me ocurrió que estuviera ayudando a construir una maquinaria que haría viable un Gobierno como el que tantas veces he criticado: demasiado grande, demasiado intrusivo, demasiado destructivo de la libertad. Pero eso era precisamente lo que estaba haciendo.
Sigamos con sus errores en política fiscal. En su famoso Capitalismo y libertad defenderá la creación de un impuesto negativo que garantizase "un mínimo por debajo del cual no pueda caer la renta de nadie". En esta propuesta muchos ven uno de los primeros antecedentes de la renta vital que defienden hoy los socialistas y los comunistas de todo el mundo.
Por último, en su también célebre artículo "Roofs or Ceilings?" defendió que la "imposición masiva" era un arma adecuada para combatir la inflación. Hablamos de un robo por partida doble: primero mediante la inflación y luego mediante los impuestos. Como si al Estado le faltara munición ideológica...
Colectivismo e igualitarismo
"Roofs or Ceilings?", publicado por la Foundation for Economic Education (FEE), fue el detonante de unas agrias críticas de Ayn Rand. Si bien muchos consideran que este artículo, que Friedman escribió al alimón con George Stigler, es un alegato liberal, porque ataca los controles sobre los alquileres impuestos por las Administraciones de Roosevelt y Truman, Rand montó en cólera cuando lo leyó.
En una carta a Leonard Read, presidente de la FEE, Rand tachó el artículo de Friedman y Stigler de "propaganda colectivista" escrita por un "par de rojos" que abogaban por la "nacionalización de las viviendas privadas". De hecho, llegó a afirmar que la publicación del artículo por parte de la FEE "era la decisión más perniciosa contra la libertad que había tomado jamás una organización conservadora". "Los economistas critican los controles de precios por motivos prácticos y humanitarios, pero no por violar el derecho inalienable de los arrendadores y propietarios", añadía Rand.
Lo cierto es que, al margen de que "Roofs or Ceilings?" sólo utilizara argumentos utilitaristas, el modo de presentar el problema estaba plagado de colectivismo e igualitarismo. Por ejemplo, el problema económico se planteaba sobre "cómo dividir o racionar una cantidad fija de viviendas entre la gente que las quiere". Friedman abogaba por eliminar los controles de precios porque no promovían la construcción de nuevas viviendas; pero como sin ellos los ricos tendrían un acceso más sencillo a la vivienda, añadía: "Para aquellos, como nosotros, que querríamos una mayor igualdad a la actual, no sólo en la vivienda sino en todos los productos, creemos mejor atacar directamente en su origen las desigualdades en la renta y la riqueza". De hecho, en las conclusiones dejaba claro que su objetivo no era respetar la propiedad privada, sino "la distribución más equitativa posible de las existencias actuales de viviendas y establecer los mejores estímulos a la construcción".
A la luz de estas manifestaciones, una de las más famosas frases del propio Friedman adquiere un nuevo significado:
"Aquellas sociedades que antepongan la igualdad a la libertad terminarán sin libertad y sin igualdad". Al parecer, la libertad sólo debe ser respetada porque es el único camino hacia la igualdad.¿?
A partir de este momento, Ayn Rand desarrolló un especial y en parte injustificado odio hacia las ideas de Friedman. Por ejemplo, cuando le preguntaron si había visto los documentales de Libertad de elegir, contestó sarcásticamente:
Los he visto sólo cinco minutos. Es suficiente para mí, porque ya conozco las ideas de Friedman. No está a favor del capitalismo; es un ecléctico miserable. Es contrario al objetivismo, y me critica porque intento introducir la moral en la economía, que según su opinión debería ser amoral. No me gusta siempre lo que pone la televisión pública, pero hay mejores programas que el de Friedman: por ejemplo, el circo.
Conclusión
Unas semanas antes de muriera Friedman, Edward Stringham le preguntó quiénes eran, aparte de él, los economistas que más habían ayudado a promover la libertad en el siglo XX. Su respuesta fue: "Hayek, Mises, David Friedman y Stigler, por este orden".
Ya hemos visto que Mises tachó a Friedman de socialista durante una reunión de la Mont Pèlerin. Hayek, por su parte, escribió en su autobiografía que The Methodology of Positive Economics, de Friedman, era "tan peligroso como la Teoría General" de Keynes. En cuanto a David Friedman, no ha dudado en definir a su padre como "bastante socialista". Así pues, tres de los cuatro economistas más liberales según Friedam consideraban socialistas algunas de las contribuciones de éste.
Es por ello que la biografía intelectual de Milton Friedman debe ser examinada cuidadosamente. Buena parte de los mayores atentados contra la libertad –la inflación, la hipertrofia del Estado y el igualitarismo– proceden (quizá muy a su pesar) directamente de sus ideas y teorías. Y es que, como bien escribió él mismo en Libertad de elegir, "el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones".
Saludos.
We, the people...
¡Sois todos un puñado de socialistas!. (Von Mises)