El último de Baler escribió:Me parece que esa afirmacion es injusta
Sr. Baler: me refería exclusivamente a la información que suministraba Tercioidiáquez de que las plazas muertas servían como beneficio a los soldados. Creo que quedaba claro.
No me refiero a que los oficiales robaran a los soldados [o mejor dicho se quedaran con el sueldo de los soldados, el cual muy habitualmente se encargaban de repartir] si no que la inclusión de las plazas muertas [soldados inventados sumados a los soldados que habían dejado de servir por muerte o deserción cuyas bajas no se reflejaban en las listas de las compañías] en las listas de cobros de la compañías beneficiaban, principalmente, a los capitanes y a su camarilla de oficiales menores y entretenidos, antes que beneficiar al común de la compañía.
No me refería a que el problema de los ejércitos del rey viniera motivado por esta corrupción, aunque también era un problema sin duda, como en el caso que por tercera vez indico, de un 30% de diferencia entre efectivos reales y efectivos para el cobro.
RESPECTO AL PROBLEMA ECONÓMICOLos problemas económicos eran muchos: los préstamos que la corona recibía de banqueros europeos [alemanes, genoveses, judíos portugueses...] contra los metales preciosos americanos, grabados con intereses enormes, sobre los cuales se añadían intereses extraordinarios cuando debía recurrirse a solicitar anticipos, acumulándose, sino me equivoco, intereses del más del 20%.
Pero al problema económico, basado como digo en este círculo de plata americana y prestamistas europeos, había un problema de inconsciencia sobre los propios límites: aquel principio de "ajustar la fuerza con la sustancia de la hacienda" [tener un ejército que realmente pudiera ser mantenido] que se intentó aplicar en los Países Bajos en la década de 1620, no se llegó a cumplir.
No se aprendieron las lecciones de las quiebras. Y puesto que el tesoro de la corona descansaba en una economía con base extractora irregular y no productiva estable, y las vetas mineras variaban su producción y [sobretodo] las flotas llegaban un año intactas y otro se perdían, se confiaba en que si un año no, tal vez al siguiente se dispusiera del dinero.
Pero aún viendo la necesidad de imponerse unos gastos más ajustados a los ingresos reales previsibles, al pretender los consecutivos gobernantes atender a todos los compromisos asumidos, el problema fue aumentando hasta que la producción de las minas decayó, y el sistema no pudo sostenerse.
El problema demográfico de Castilla está claro.
RESPECTO A LA CORRUPCIÓN DE LOS OFICIALES cuando conocemos que los maestres, empezando por Alba, tuvieron que adelantar de su pecunio dinero
Y también Alejandro Farnesio llegó a empeñar sus joyas para comprar vituallas en el ejército... ¿Quiere decir eso que todos los mandos de todas las épocas - desde capitanes de compañías a capitanes generales, gente que podía meter mano en la caja del rey - eran hombres inmaculados?
No creo que ni unos ni otros estuviesen dispuestos a perder su dinero si había corrupcion entre los oficiales.
Ni creo que los soldados que tomaron Amberes adeudanseles 3 años de paga admitiesen que les robasen sus oficiales
Lo que llegaron a aguantar aquellos hombres todavía hoy es difícil de entender, pero todo el mundo tenía un límite. Pondré un ejemplo que parcialmente hemos comentado:
Año de 1574, botín tras la batalla de Mook [el texto citado es copiado literalmente de la correspondencia de Requesens]
Entrados los amotinados en la villa de Amberes - con consentimiento o sin oposición, según se mire, de Sancho Dávila, gobernador del castillo o ciudadela - se acuerdan con Luis de Requesens, gobernador de los Países Bajos y Capitán General del Ejército de Flandes, en tomar muestra general el día 2 de mayo, para dererminarse los soldados que habían de cobrar, y la cantidad que a cada uno se le adeudaba.
Y como los soldados no confiaban en que no se incluyesen plazas muertas por parte de los capitanes para esto nombraron dos personas por compañía , que con juramento declarasen los que no habian de pasar
,
Y el propio Requesens era partidario de esto, ofreciéndoles protección de sus oficiales:
y encargúeles cuanto pude que mirasen por el servicio de V. M. sin temor de sus capitanes y oficiales, ofresciéndoles que haciendo lo que debian les daria plazas en los castillos, ó los dejaría pasar á otras compañías, y aun les daria licencia para ir á España y otras muchas comodidades
Y viendo en la actitud de los soldados, un beneficio para el rey:
no consentiendo los robos de sus oficiales, que en esta parte habian ellos enviado á ofrescer que harian maravillas, ahorrando á V. M. muchos dineros [...] se ahorraban en esta muestra á V. M. gran suma de dinero, si la cuenta se pudiera hacer justa conforme á ella , y así lo paresce en el descontento de los capitanes
Pero los capitanes de las compañías, alojados en Lier(a), aún persistían en tener mano en la muestra, y Requesens, por no desairarlos, pero sin doblegarse ante ellos, les reclamó:
que cada uno dellos enviase la lista de los soldados que tenían firmadas de sus nombres y juradas,
Orden que no deseaban cumplir, ya que
no querían poner su honra á peligro de que un comisario , ó un oficial del contador , ó un soldado de los que estos diputaron les borrasen una plaza de las que ellos afirmasen ser ciertas
Y admitían al propio Requesens la corrupción que les había beneficiado:
y que ellos se confesaban conmigo de que hasta aquí se habían aprovechado de algunas como era costumbre, por ser imposible sustentarse con sus sueldos en tiempos tan caros
Los capitanes cumplieron a medias, entregando las listas, sin firmar ni jurar ante la reacción airada de Requesens,
porque sí no se enmendaban no me contentaría con quitalles las compañías, sino con cortalles las cabezas
Los capitanes persistían en estar por allí durante la muestra, pero los soldados se opusieron a ello. Fueron llegando todos los capitanes desde Lier a Amberes:
y como los amotinados lo entendieron tocaron arma con el mayor alboroto del mundo, y comenzaron á hacer 100 mil desórdenes, y echaron bando que todos los oficiales saliesen dentro de una hora so pena de la vida, y fueron á romper las puertas de las casas de algunos dellos especialmente las de Julián, cuya persona corrió harto peligro, y dijeron contra él mil injurias y palabras desacatadas.
Sus soldados tenían un aprecio tal por sus oficiales, que no los querían siquiera en la misma villa mientras se les remataba las cuentas, por temor a que metieran la mano en la caja.
No era que les robasen su sueldo directamente, era que robaban de la caja común de la cual habían de percibir su parte: si los capitanes comían más de la cuenta, quedaba menos que repartir.
Buscaré otros ejemplos para continuar ilustrando este tema.