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Terror y tortura en el Irak de Saddam Husein
Un informe de la Inteligencia británica revela la brutalidad que el régimen iraquí emplea contra los disidentes Las mujeres y las comunidades kurda y chií son objeto de violaciones, ejecuciones sumarias y cruda represión
El pasado 10 de septiembre, el primer ministro británico, Tony Blair, aseguraba que «nuestro conflicto es con Saddam, no con el pueblo iraquí. Se merecen algo mejor (...) Queremos que el pueblo sea libre para vivir plenamente, sin la opresión y el terror de Saddam». Las violaciones de los derechos humanos son sistemáticas en la dictadura iraquí, que se mantiene en pie gracias al pánico que inspira entre la población. En un informe elaborado por la Inteligencia británica, y al que ha tenido acceso este periódico, se detallan los abusos del tirano. Las mujeres, los opositores y las comunidades kurda y chií son objeto de torturas, asesinatos y una brutal represión a la mayor gloria del dictador Saddam Husein.
El documento dado a conocer por el Ministerio de Asuntos Exteriores británico y la Commonwelth pone los pelos de punta. Aunque era un secreto a voces, el in- forme ofrece datos y testimonios concretos de algunas de las centenares de víctimas del sátrapa de Irak, donde la tortura es sistemática y las libertades no tienen cabida. La mayor parte de los responsables del régimen están implicados personalmente en ella. Saddam se ha rodeado de parientes cercanos y algunos colaboradores, muchos de los cuales son originarios de Tikrit, su ciudad natal.
Saddam es jefe de Estado, jefe de Gobierno, líder del único partido político y jefe de las fuerzas armadas. Preside el todopoderoso Consejo del Mando Revolucionario (CMR), que promulga las leyes y domina el resto de las instituciones. Varios decretos del CMR conceden plenos poderes a las agencias de seguridad para reprimir impunemente toda disensión. Un decreto del CMR de 21 de diciembre de 1992 garantiza la inmunidad a los miembros del partido Baaz, que están autorizados a causar daños a la propiedad, lesionar e incluso matar si persiguen a los «enemigos del régimen».
Amputación de la lengua
Saddam ha promulgado una serie de decretos que establecen fuertes castigos por delitos graves (quemaduras, amputación de orejas y otras formas de mutilación). A mediados de 2000, el CMR, aprobó la amputación de la lengua para castigar la calumnia o los insultos al presidente o a su familia. Estos castigos se ejecutan sobre todo en el caso de los opositores y en ocasiones han sido retransmitidos por la televisión para servir de «ejemplo».
A lo largo de los años, Amnistía Internacional (AI) y otras organizaciones de derechos humanos han recibido miles de informes sobre las torturas y han entrevistado a numerosas de estas víctimas. Uno de los testimonios se refiere a una familia que fue arrestada a finales de 2000 y conducida a dos centros separados de interrogatorio en las instalaciones de la Guardia Republicana situadas en la carretera a Abu Gharaib. El marido permaneció en un centro y la mujer y los hijos en el pabellón de mujeres. Los interrogadores dijeron por separado tanto al marido como a la mujer que interrumpirían la tortura si firmaban una confesión sobre su presunta vinculación con la disidencia. Se negaron. Desnudaron a la mujer y la quemaron con cigarrillos cada vez que se negaba a implicar a su marido. Se obligó a los hijos a presenciar las torturas. Finalmente la soltaron, pero volvieron a arrestarla dos semanas después y se le aplicó el mismo tipo de tortura hasta dejarla psicológicamente destrozada.
Durante el interrogatorio del marido se le ataron los brazos a la espalda y se le dejó suspendido, utilizando un gancho clavado en el techo. Esto le causó dolores intensos en los músculos de los hombros y la rotura de ligamentos. Después, le dispararon a quemarropa con una pistola cada vez que se negaba a firmar la confesión. Unas veces no le alcanzaban. Otras, colocaban la pistola contra los dedos de sus pies o de sus manos y le mutilaban.
Durante dos semanas le sometieron a nuevos interrogatorios, seguidos de periodos sin comida ni bebida. Al final, las familias sobornaron a un funcionario del Servicio de Inteligencia iraquí y ambos fueron puestos en libertad. Posteriormente huyeron de Irak. Episodios como éste, que es sólo un ejemplo, han convertido a los iraquíes en el segundo mayor grupo de refugiados del mundo, según el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados. Entre tres y cuatro millones han abandonado el país.
Las mujeres, sin derechos
Si hay un sector de la población especialmente ninguneado por el yugo de Saddam ése es el de las mujeres, que carecen incluso del derecho básico a la vida. Un decreto de 1990 permite que los varones maten a una mujer de su familia «en nombre del honor». Según AI las mujeres han sido torturadas, maltratadas y, en ciertos casos, ejecutadas sumariamente. La Organización de Derechos Humanos y los grupos de la oposición siguen recibiendo informes de mujeres que han sufrido traumas psicológicos después de ser violadas por personal iraquí mientras estaban detenidas. La violación de las prisioneras po1íticas es parte de la norma del régimen.
Se ha decapitado públicamente a muchas mujeres en la calle, con el pretexto de haber mentido, siendo así que la mayoría pertenecía a familias opositoras. Las esposas de los disidentes han sido asesinadas o torturadas en presencia de sus maridos para lograr confesiones de estos últimos. Las bandas de Uday y Qusay (hijos de Saddam) han secuestrado a mujeres por la calle y después las han violado.
Entre los dos descendientes del tirano, el primogénito destaca por su crudeza. Se le ha acusado de violaciones en serie y asesinatos de mujeres jóvenes. Tenía una cámara de torturas privada, conocida como «al-Ghurfa al-Hamra» (la habitación roja), camuflada como una instalación eléctrica en un edificio a orillas del Tigris. En un infame incidente, Uday mandó que se golpease en los pies al equipo de fútbol nacional después de su derrota en la clasificación para la Copa del Mundo.
Uday ejecutó personalmente a disidentes en Basora durante la revuelta que siguió a la Guerra del Golfo. La población de esta ciudad del sur, de mayoría chií, ha sufrido la ira del clan de Tikrit en diversas ocasiones. Desde el levantamiento que siguió a la derrota de Saddam en 1991 han desaparecido más de cien clérigos de esta rama del Islam que forma el 60 por ciento de la población. A su hermanastro Barzan ha correspondido la detención y/o muerte de varios millares de miembros de la tribu Barzani en 1983.
Sin embargo, la etnia que ha sufrido una mayor brutalidad ha sido la de los kurdos. Los documentos conseguidos por los kurdos durante la Guerra del Golfo y entregados a la organización no gubernamental Human Rights Watch (HRW) han proporcionado gran cantidad de información. Narran con detalle la detención y ejecución en 1983 de 8.000 kurdos. Según AI, entre 1987 y 1988 murieron asesinados o desaparecieron más de cien mil kurdos, en una operación conocida como campaña «Anfal». Durante la campaña se emplearon armas químicas. Según HRW, un único ataque contra la ciudad kurda de Halabja arrojó el saldo de 5.000 civiles muertos y 10.000 civiles heridos. El régimen de Saddam está realizando una política de arabización en el norte de Irak.
El ponente especial de la ONU ha informado sobre denuncias procedentes de fuentes de la oposición kurda en el sentido de que, desde 1991, 94.000 personas han sido expulsadas de sus hogares. Al parecer, las tierras de explotación agrícola propiedad de los kurdos han sido confiscadas y redistribuidas entre iraquíes de etnia árabe. Los árabes del sur de Irak han recibido incentivos para trasladarse a la zona petrolífera de Kirkuk, y las autoridades siempre fomentan las controversias que surgen entre ellos y sus vecinos kurdos. Además, se ha impedido a los habitantes de etnia kurda y turcomana comprar inmuebles, y los que ya son propietarios y desean vender han de encontrar a un comprador árabe.
Taladros y ácido para arrancar confesiones
Los siguientes métodos de tortura han sido denunciados por las víctimas o sus familias a grupos internacionales de derechos humanos.
Sacar los ojos. Amnistía Internacional informó del caso de un empresario kurdo en Bagdad que fue ejecutado en 1997. Cuando la familia recuperó el cadáver, le habían sacado los ojos y le habían rellenado las cuencas con papel.
Perforación de las manos con un taladro eléctrico. Es una tortura usual para los presos políticos. Amnistía Internacional denunció el caso de una víctima a la que después se le vertió ácido en las heridas.
Colgar del techo. Se venda los ojos a las víctimas, se las desnuda y se las cuelga por las muñecas, a menudo con las manos atadas. Esto causa la dislocación de la clavícula y el desgarro de músculos y ligamentos.
Electroshock. Método de tortura corriente. Se aplican descargas eléctricas en varias partes del cuerpo, entre ellas los genitales, las orejas, la lengua y los dedos.
Abusos sexuales. Las víctimas, en particular mujeres, han sido objeto de violaciones y de abusos sexuales, habiéndose denunciado la introducción de botellas rotas en el ano de las víctimas.
«Falaga». Se obliga a las víctimas tumbarse boca abajo y a continuación se las golpea en la planta de los pies con un cable, hasta que pierden la conciencia.
Otras torturas físicas. Es frecuente apagar cigarrillos en diversas partes del cuerpo de las víctimas, arrancarles las uñas de manos y pies y las palizas con palos, látigos, mangueras y tubos de metal.
Simulacros de ejecución. Se dice a las víctimas que van a ser ejecutadas por un pelotón de fusilamiento y se organiza un simulacro de ejecución. A las víctimas se les tapan los ojos y se las coloca delante de un pelotón de fusilamiento que a continuación dispara balas de fogueo.
Baños de ácido. David Scheffer, embajador volante para crímenes de guerra denunció que existían pruebas fotográficas de que Irak había utilizado baños de ácido durante la invasión de Kuwait. A las víctimas se las colgaba por las muñecas y se las hacía descender lentamente dentro del ácido.
Decapitada por «prostituta»
Aunque han sido muchas las mujeres torturadas y asesinadas, el caso de Najat Mohammed Haydar es particularmente espeluznante. Espe- cialista en obstetricia de Bagdad, fue decapitada en octubre de 2000, aparentemente bajo sospecha de prostitución. Su ejecución fue una atrocidad, incluso para las normas iraquíes. No hubo pruebas en apoyo de la acusación de prostitución y, al parecer, fue arrestada antes de que la policía decapitase a las prostitutas. La verdadera razón de su muerte fue haber criticado la corrupción en el seno del servicio de sanidad iraquí