Independencia de las Islas Canarias
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a mi un vecino, me dijo que queria pintarse la casa de "rosa"....que el en su casa hacia lo que quería , que para eso era suya....
a dia de hoy sigue siendo blanca....
Otro vecino del piso, queria poner los toldos de un determinado color....tambien era "su piso", y por sus santos cojo*** lo elejiria el...
a dia de hoy, siguen siendo todos los toldos iguales....
Hubo tambien un vecino del primero que no queria reformar el escensor(valía una pasta)...que el no lo utilizaba....valga decir que el ascensor esta reformado....
moraleja:
que si, que si...que el destino de Canarias lo elijen los canarios....
a dia de hoy sigue siendo blanca....
Otro vecino del piso, queria poner los toldos de un determinado color....tambien era "su piso", y por sus santos cojo*** lo elejiria el...
a dia de hoy, siguen siendo todos los toldos iguales....
Hubo tambien un vecino del primero que no queria reformar el escensor(valía una pasta)...que el no lo utilizaba....valga decir que el ascensor esta reformado....
moraleja:
que si, que si...que el destino de Canarias lo elijen los canarios....
Voltaren!, Voltaren!!...a por ellos!! ..oe!!...a por ellos oe!!.
Uy!!..ya no, ahora no hay que subirles el sueldo
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Así es amigo Patton, mejor no coger berrinches, no merece la pena, pero es que pienso y me irrito conmigo mismo.
Saludos
Estimado y cavernario bandeturrix, sobre Canarias decidimos los españoles (incluidos andaluces, canarios, madrileños, vascongados, catalanes, gallegos, sorianos todos) y nadie más (ni menos) que los españoles, y mientras los españoles digan nones, aquí no se separa NI DIOS (y con perdón por la irreverencia).
Yo, personalmente me gusta comer buenos productos (no me importa de donde sean la verdad), pero la calidad me gusta, por ejemplo, donde se pone un buen plátano canario que se quiten lo demás, pero mis habanos deben ser de la Perla del Caribe, y el jamón serrano de esa estrecha franja que va desde Huelva a Zamora, ibérico le llaman, y mi cava catalán, y mi brandy onubense, y mis lentes alemanas, y mi traje inglés, y mis zapatos valencianos y mi licor de eslava tierra procede... en fin soy un sibarita, jamás miro de donde vienen o a donde van, pero es usted muy suyo (en su libertad) de comer jamón serrano canario, cava de Hierro y salmón de Lanzarote, eso sí, sin que se atreva a imponerlo a los demás... y lo dicho, de Canarias decidió la Historia y el Pueblo Español...qué le vamos a hacer...
Saludos
Estimado y cavernario bandeturrix, sobre Canarias decidimos los españoles (incluidos andaluces, canarios, madrileños, vascongados, catalanes, gallegos, sorianos todos) y nadie más (ni menos) que los españoles, y mientras los españoles digan nones, aquí no se separa NI DIOS (y con perdón por la irreverencia).
Yo, personalmente me gusta comer buenos productos (no me importa de donde sean la verdad), pero la calidad me gusta, por ejemplo, donde se pone un buen plátano canario que se quiten lo demás, pero mis habanos deben ser de la Perla del Caribe, y el jamón serrano de esa estrecha franja que va desde Huelva a Zamora, ibérico le llaman, y mi cava catalán, y mi brandy onubense, y mis lentes alemanas, y mi traje inglés, y mis zapatos valencianos y mi licor de eslava tierra procede... en fin soy un sibarita, jamás miro de donde vienen o a donde van, pero es usted muy suyo (en su libertad) de comer jamón serrano canario, cava de Hierro y salmón de Lanzarote, eso sí, sin que se atreva a imponerlo a los demás... y lo dicho, de Canarias decidió la Historia y el Pueblo Español...qué le vamos a hacer...
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Primero: Ni soy racista ni autoritario, mas bien lo contrario, que piense que Canarias deba tener un pequeño ejercito profesional eso no quita a que sea un fascista, que no lo soy mas bien soy de izquierdas de toda la vida.
coñ*, pues eso, como Mussolini. De izquierdas de toda la vida. O a ver si ahora la China Popular o la URSS no eran autoritarias. O no eran de izquierdas. Ser de izquierdas no da ningún pasaporte moral extra para no ser autoritario.
Segundo: ¿quien ha hablado de expropiar las granjas?, lo único que la he mencionado porque igual no las conocían, y si miro las etiquetas de los productos y compro todo lo que tenga el logotipo de productos de Canarias, porque se que ese dinero repercute en puestos de trabajos hacia Canarias, compro hasta Jamón Serrano Montesano, que es de Tenerife, es un jamón normalito tirando a malo en comparación con los buenos no, buenícimos jamones españoles, pero prefiero comerme mi mierda que da de comer a muchos canarios antes que pagar un jamón extranjero, vamos que prefiero comer bocatas de chorizo de teror y queso de majorero antes que gastarme pasta en mortadela Italia que no genera ni empleo ni riquezas en Canarias.
Tú, como hablas de "nuestras" granjas imagino que eso implica propiedad, y como que yo sepa, no son tuyas, imagino que las querrás expropiar.
Respecto a comerte tu mierdad, me parece fenomenal, el problema es cuando impones aranceles o tienes que dar subvenciones a tus mierdas, con el dinero de los demás, para que se las coma el que quiera, y el que no. Si un tio por muy de mi barrio que sea, no sabe hacer queso, jamones o vino, que se lo coma él o aprenda a hacerlo mejor o más barato, que yo intentare comer lo mejor que me pueda permitir sin pedirle el DNI.
Y si la fruta la puedo comer de los melocotoneros de la pequeña casa de campo que tiene mi familia, pues mucho mejor, natural, sin productos químicos y demás porquería que echan al campo, pero por comprar productos de mi tierra soy racista, autoritario y demás, pues manda huevos.
No, por eso no, por comerte tus melocotones no. En eso no hay ningún problema. En comer productos de "tu tierra" sean bazofia o no, tampoco, eso no es autoritario, un poco racista si, si se puede racista con los tomates, pero lo que es, es definitivamente tonto. Pero bueno, eso no es criminal, mientras no pretendas que todos lo sean.
Desprendes un tufo a racista, a autoritario, a excluyente, y a todo lo demás, por las perlas cultivadas a traves de tus fastuosos posteos.
.Tercero: Canarias es de los canarios en nosotros esta decidir que queremos hacer con Canarias y de nadie mas
Pues no.
Primero que Canarias como tal no es de nadie, cada trocito de las islas Canarias será de quien lo ha pagado, ni más ni menos. Y por que Canarias toda y no cada municipio?. O cada vecino?. El pueblo canario no existe, aunque te de un soponcio, es así, no existe, existen los canarios, y como tal el pueblo canario no tiene ningun derecho, ni hablar ya de esas estupideces de derechos históricos o colectivos.
Segundo, que los canarios deciden cada vez que votan quienes son sus representantes legítimos...que imagino sabes a quienes han elegido. Como todos los españoles, ni más ni menos. Ni un derecho más ni un derecho menos. Y por la misma razón que el resto de españoles no tienen derecho a discriminar o expulsar a los canarios del estado español, los canarios no tienen derecho a separarse de él sin el acuerdo de todos los que lo forman. No sin motivos flagrantes, que por supuestísimo, no se dan en este caso, y si se dan, exponlos. Te recomiendo que te leas a Thomas Jefferson, ese insigne chicharrero, al respecto.
Saludos.
We, the people...
¡Sois todos un puñado de socialistas!. (Von Mises)
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Yo, personalmente me gusta comer buenos productos (no me importa de donde sean la verdad), pero la calidad me gusta, por ejemplo, donde se pone un buen plátano canario que se quiten lo demás, pero mis habanos deben ser de la Perla del Caribe, y el jamón serrano de esa estrecha franja que va desde Huelva a Zamora, ibérico le llaman, y mi cava catalán, y mi brandy onubense, y mis lentes alemanas, y mi traje inglés, y mis zapatos valencianos y mi licor de eslava tierra procede... en fin soy un sibarita
Como dicen por estos lares, eres de "morro fino" estimado Aqualongo, y es que esta bendita tierra compuesta por multitud de tribus, cada una con su idiosincracia, a la que llamamos España, nos brinda desde los climas mas variedados a los mas diversos manjares.
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bueno espero que os guste
La mayor derrota de Nelson. El intento de ocupación de Tenerife, julio 1797.
Tras la derrota de la escuadra española en San Vicente el 14 de febrero de 1797 la escuadra vencedora de Jervis pone bloqueo a Cádiz, con el objeto de destruir la flota española allí fondeada y atacar el tráfico mercante. Pero los británicos toparon con una brillante defensa a cargo de Mazarredo, que organizó una flotilla de lanchas cañoneras que hostigaron de manera sorprendente a los buques británicos. Estas lanchas eran embarcaciones menores de los navíos y de las fuerzas sutiles de la ciudad provistos con cañones de 24 libras y obúses, y que aprovechaban su gran movilidad y la nocturnidad para infringir severos daños al enemigo, lo que obligó a la fuerza bloqueadora a retirarse más aun de la costa, lo que hizo inefectivo mucho tiempo dicho bloqueo al poder escapar muchos mercantes y entrar otros tantos y obligó a Jervis a copiar el sistema español y luchar también con lanchas, ya que era inefectivo el uso de los buques. Los franceses tomaron buena nota de esto, y en el bloqueo de Brest varios años después crearon una flotille à l'Espagnol, que era como llamaban ellos a esta forma de combatir con lanchas y cañoneras (en Brest también se formaron lanchas y cañoneras españolas de los navíos de Gravina que causaron gran servicio).
Las tripulaciones británicas andaban algo desmoralizadas, llevaban mucho tiempo lejos de casa y en condiciones extremas, lo que originaba muchos problemas de insubordinación. El que Nelson formara parte de la escuadra no arreglaba la cosa. Había que dar un golpe audaz para subir la moral... y la paga.
Así que siguiendo una larga tradición de oportunismo, o pirateo como dirían otros, Jervis se enteró de que los buques con tesoros provenientes de América dejaban el botín en Tenerife, que estaba fortificado, en vez de acercarse a Cádiz. Mandó dos fragatas al archipiélago para explorar, quienes tras apresar en un golpe sorpresa a una fragata de la Compañía de Filipinas en abril y la corbeta corsaria francesa La Mutine se decidió por hacer un ataque anfibio en toda regla.
Inmediatamente el recientemente nombrado contraalmirante Nelson se hizo cargo de la comisión y el 14 de julio se puso en camino con los navíos de línea Theseus de 74 cañones donde enarboló su insignia Nelson y mandado por el capitán Miller, el Culloden de 74 mandado por el capitán Troubridge, Zealous de 74 mandado por el capitán Hood, Leander de 50 mandado por el capitán Thompson (este navío, proveniente de Lisboa, se encontró con la escuadra cuando estaba ya iniciado el ataque), las fragatas Seahorse de 38 bajo el mando del capitán Freemantle, Emerald de 36 mandado por el capitán Waller, Tersichore de 32 mandado por el capitán Bowen y el cutter Fox bajo mando del teniente Gibson, además de una bombardera, la Rayo mandada por el teniente Crompton, que se había encontrado de camino con la expedición el 15. En total 393 cañones, y 3.700 hombres armados.
La mayor derrota de Nelson. El intento de ocupación de Tenerife, julio 1797.
Tras la derrota de la escuadra española en San Vicente el 14 de febrero de 1797 la escuadra vencedora de Jervis pone bloqueo a Cádiz, con el objeto de destruir la flota española allí fondeada y atacar el tráfico mercante. Pero los británicos toparon con una brillante defensa a cargo de Mazarredo, que organizó una flotilla de lanchas cañoneras que hostigaron de manera sorprendente a los buques británicos. Estas lanchas eran embarcaciones menores de los navíos y de las fuerzas sutiles de la ciudad provistos con cañones de 24 libras y obúses, y que aprovechaban su gran movilidad y la nocturnidad para infringir severos daños al enemigo, lo que obligó a la fuerza bloqueadora a retirarse más aun de la costa, lo que hizo inefectivo mucho tiempo dicho bloqueo al poder escapar muchos mercantes y entrar otros tantos y obligó a Jervis a copiar el sistema español y luchar también con lanchas, ya que era inefectivo el uso de los buques. Los franceses tomaron buena nota de esto, y en el bloqueo de Brest varios años después crearon una flotille à l'Espagnol, que era como llamaban ellos a esta forma de combatir con lanchas y cañoneras (en Brest también se formaron lanchas y cañoneras españolas de los navíos de Gravina que causaron gran servicio).
Las tripulaciones británicas andaban algo desmoralizadas, llevaban mucho tiempo lejos de casa y en condiciones extremas, lo que originaba muchos problemas de insubordinación. El que Nelson formara parte de la escuadra no arreglaba la cosa. Había que dar un golpe audaz para subir la moral... y la paga.
Así que siguiendo una larga tradición de oportunismo, o pirateo como dirían otros, Jervis se enteró de que los buques con tesoros provenientes de América dejaban el botín en Tenerife, que estaba fortificado, en vez de acercarse a Cádiz. Mandó dos fragatas al archipiélago para explorar, quienes tras apresar en un golpe sorpresa a una fragata de la Compañía de Filipinas en abril y la corbeta corsaria francesa La Mutine se decidió por hacer un ataque anfibio en toda regla.
Inmediatamente el recientemente nombrado contraalmirante Nelson se hizo cargo de la comisión y el 14 de julio se puso en camino con los navíos de línea Theseus de 74 cañones donde enarboló su insignia Nelson y mandado por el capitán Miller, el Culloden de 74 mandado por el capitán Troubridge, Zealous de 74 mandado por el capitán Hood, Leander de 50 mandado por el capitán Thompson (este navío, proveniente de Lisboa, se encontró con la escuadra cuando estaba ya iniciado el ataque), las fragatas Seahorse de 38 bajo el mando del capitán Freemantle, Emerald de 36 mandado por el capitán Waller, Tersichore de 32 mandado por el capitán Bowen y el cutter Fox bajo mando del teniente Gibson, además de una bombardera, la Rayo mandada por el teniente Crompton, que se había encontrado de camino con la expedición el 15. En total 393 cañones, y 3.700 hombres armados.
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bueno espero que os guste II parte
jjejeje
El ataque a Tenerife.
El teniente general Gutierrez, capitán general de Canarias se aprestó con gran efectividad la defensa, reforzando las fortificaciones y haciendo que los diferentes fuertes solaparan sus tiros, haciéndolos por tanto muy efectivos. Aquí hacemos un breve alto para hablar de este bravo general español. Gutierrez había nacido en 1734 y tenía un gran historial militar. Participó en Italia en las últimas campañas de Felipe V. Como teniente coronel mandó la fuerza que expulsó a los ingleses de las islas Malvinas, recuperándolas para España. Como general de brigada volvió a derrotar a los británicos, a las órdenes del duque de Crillón, en 1782, en la recuperación de Menorca, y en 1791 tomó el mando del archipiélago canario. Con la de 1797 sería la tercera vez que el general Gutiérrez vencería a los británicos.
Las fuerzas con que contaba Gutierrez eran las siguientes:
- El batallón de Canarias, unidad de élite muy preparada. 247 hombres.
- Cazadores provinciales, 110 hombres.
- Milicias de Laguna y Orotava, 330 hombres.
- Rozadores de Laguna, 245 hombres.
- Bandera de Cuba, 60 hombres.
- Artilleros veteranos y de milicias, 387 hombres.
- Pilotos auxiliares paisanos, 180 hombres.
- Marineros franceses (de la capturada La Mutine), 110 hombres.
En total 1.669 españoles y 91 cañones.
El batallón de Canarias servía también como unidad de adiestramiento de los regimientos provinciales, constituídos exclusivamente por milicianos de una calidad militar muy irregular, tal y como se verá más adelante se quejaría Gutierrez de esto, pero el resto de tropas se comportó de manera extraordinaria y muy adiestrada, mención especial a los artilleros que sirvieron las piezas de manera notable y efectiva. Una pena no hubieran sido artilleros navales y haberlos tenido en San Vicente meses antes. Los marinos del bergantín corsario La Mutine y que en el momento de su captura estaba cargado con las ganancias de sus correrías contra los británicos, querían desquitarse de la pérdida de su barco, ya que las lanchas de las dos fragatas británicas Lively y Mineve, que mandó Jervis en la exploración de la isla antes del desembarco, se apoderaron del barco adentrándose en el puerto, mientras el comandante y gran parte de la tripulación estaba en tierra divirtiéndose descuidadamente.
El día 17 Nelson convocó a los capitanes británicos en su buque insignia para preparar el plan de asalto.
Orden de Nelson a sus tropas:
Primero-. Que los botes de cada barco se mantengan reunidos remolcándose unos a otros, para tener a la gente del mismo navío junta; y que los botes en seis divisiones llegarán aproximadamente a tierra al mismo tiempo. Segundo-. Los infantes de marina de los navíos de línea se embarcarán en sus respectivas lanchas, que les transportarán. Tercero-. Desde el momento en que los botes sean descubiertos abriendo fuego sobre ellos, la bombarda comenzará su fuego sobre el pueblo, y lo mantendrá hasta que la bandera de tregua sea enarbolada tanto por el enemigo como por nosotros. Cuarto-. Que un capitán ha de encargarse de comprobar que los botes se retiren de la playa para que puedan desembarcarse con mayor rapidez más hombres con las piezas de campaña. Quinto-. Las fragatas fondearán tan pronto como les sea posible después de que esté dada la alarma, o de que las fuerzas estén en tierra, cerca de la batería de la parte N.E. de la bahía. Sexto-. Inmediatamente estén las fuerzas en tierra, se dirigirán a la retaguardia de la batería marcada con una G. en la parte N.E. de la bahía, y la asaltarán sin pérdida de tiempo, tomando posesión de la cumbre de la colina que se halla sobre ella. Cada navío desembarcará el número de hombres expresado a su lado, con su correspondiente proporción de oficiales: y los capitanes tienen la libertad de enviar tantos hombres más como deseen, dejando los suficientes para mandar el barco, y para operar la lancha, y otro bote. Todo capitán que lo estime puede desembarcar libremente y dirigir a sus marineros, bajo la dirección del capitán Troubridge.
Se recomienda poner a los marineros tantos uniformes de infantería de marina como puedan encontrarse, y que todos tengan los correajes cruzados de lona. Los soldados de infantería de marina estarán a las órdenes del capitán Oldfield, el oficial de infantería de marina más antiguo, y él está obligado a ponerse bajo la dirección del capitán Troubridge, así como el teniente Baynes de la artillería real con su destacamento. 21 de julio. Los oficiales y hombres del Culloden, únicamente con sus armas, deben de estar preparados para ir a bordo de la Terpsícore a la una de la tarde de este día, llevando consigo cuatro escalas de asalto, cada una de ellas con una cuerda de cuatro brazas de largo, mandarrias, cuñas y hachas. Los remos de los botes se forrarán con lona o buriel. El Culloden y el Zealous construirán cada uno una plataforma para un cañón de a 18, y el Theseus un cordaje para arrastrar artillería. Cada barco fabricará tantas baquetas de hierro como le sea posible, ya que se ha visto que las de madera son muy propensas a romperse cuando se usan con prisas. La Seahorse construirá una plata forma para un cañón de a 9.
jjejeje
El ataque a Tenerife.
El teniente general Gutierrez, capitán general de Canarias se aprestó con gran efectividad la defensa, reforzando las fortificaciones y haciendo que los diferentes fuertes solaparan sus tiros, haciéndolos por tanto muy efectivos. Aquí hacemos un breve alto para hablar de este bravo general español. Gutierrez había nacido en 1734 y tenía un gran historial militar. Participó en Italia en las últimas campañas de Felipe V. Como teniente coronel mandó la fuerza que expulsó a los ingleses de las islas Malvinas, recuperándolas para España. Como general de brigada volvió a derrotar a los británicos, a las órdenes del duque de Crillón, en 1782, en la recuperación de Menorca, y en 1791 tomó el mando del archipiélago canario. Con la de 1797 sería la tercera vez que el general Gutiérrez vencería a los británicos.
Las fuerzas con que contaba Gutierrez eran las siguientes:
- El batallón de Canarias, unidad de élite muy preparada. 247 hombres.
- Cazadores provinciales, 110 hombres.
- Milicias de Laguna y Orotava, 330 hombres.
- Rozadores de Laguna, 245 hombres.
- Bandera de Cuba, 60 hombres.
- Artilleros veteranos y de milicias, 387 hombres.
- Pilotos auxiliares paisanos, 180 hombres.
- Marineros franceses (de la capturada La Mutine), 110 hombres.
En total 1.669 españoles y 91 cañones.
El batallón de Canarias servía también como unidad de adiestramiento de los regimientos provinciales, constituídos exclusivamente por milicianos de una calidad militar muy irregular, tal y como se verá más adelante se quejaría Gutierrez de esto, pero el resto de tropas se comportó de manera extraordinaria y muy adiestrada, mención especial a los artilleros que sirvieron las piezas de manera notable y efectiva. Una pena no hubieran sido artilleros navales y haberlos tenido en San Vicente meses antes. Los marinos del bergantín corsario La Mutine y que en el momento de su captura estaba cargado con las ganancias de sus correrías contra los británicos, querían desquitarse de la pérdida de su barco, ya que las lanchas de las dos fragatas británicas Lively y Mineve, que mandó Jervis en la exploración de la isla antes del desembarco, se apoderaron del barco adentrándose en el puerto, mientras el comandante y gran parte de la tripulación estaba en tierra divirtiéndose descuidadamente.
El día 17 Nelson convocó a los capitanes británicos en su buque insignia para preparar el plan de asalto.
Orden de Nelson a sus tropas:
Primero-. Que los botes de cada barco se mantengan reunidos remolcándose unos a otros, para tener a la gente del mismo navío junta; y que los botes en seis divisiones llegarán aproximadamente a tierra al mismo tiempo. Segundo-. Los infantes de marina de los navíos de línea se embarcarán en sus respectivas lanchas, que les transportarán. Tercero-. Desde el momento en que los botes sean descubiertos abriendo fuego sobre ellos, la bombarda comenzará su fuego sobre el pueblo, y lo mantendrá hasta que la bandera de tregua sea enarbolada tanto por el enemigo como por nosotros. Cuarto-. Que un capitán ha de encargarse de comprobar que los botes se retiren de la playa para que puedan desembarcarse con mayor rapidez más hombres con las piezas de campaña. Quinto-. Las fragatas fondearán tan pronto como les sea posible después de que esté dada la alarma, o de que las fuerzas estén en tierra, cerca de la batería de la parte N.E. de la bahía. Sexto-. Inmediatamente estén las fuerzas en tierra, se dirigirán a la retaguardia de la batería marcada con una G. en la parte N.E. de la bahía, y la asaltarán sin pérdida de tiempo, tomando posesión de la cumbre de la colina que se halla sobre ella. Cada navío desembarcará el número de hombres expresado a su lado, con su correspondiente proporción de oficiales: y los capitanes tienen la libertad de enviar tantos hombres más como deseen, dejando los suficientes para mandar el barco, y para operar la lancha, y otro bote. Todo capitán que lo estime puede desembarcar libremente y dirigir a sus marineros, bajo la dirección del capitán Troubridge.
Se recomienda poner a los marineros tantos uniformes de infantería de marina como puedan encontrarse, y que todos tengan los correajes cruzados de lona. Los soldados de infantería de marina estarán a las órdenes del capitán Oldfield, el oficial de infantería de marina más antiguo, y él está obligado a ponerse bajo la dirección del capitán Troubridge, así como el teniente Baynes de la artillería real con su destacamento. 21 de julio. Los oficiales y hombres del Culloden, únicamente con sus armas, deben de estar preparados para ir a bordo de la Terpsícore a la una de la tarde de este día, llevando consigo cuatro escalas de asalto, cada una de ellas con una cuerda de cuatro brazas de largo, mandarrias, cuñas y hachas. Los remos de los botes se forrarán con lona o buriel. El Culloden y el Zealous construirán cada uno una plataforma para un cañón de a 18, y el Theseus un cordaje para arrastrar artillería. Cada barco fabricará tantas baquetas de hierro como le sea posible, ya que se ha visto que las de madera son muy propensas a romperse cuando se usan con prisas. La Seahorse construirá una plata forma para un cañón de a 9.
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III parte
Este plan de ataque consistía en que las tres fragatas de su escuadra, que tenían menos calado que los grandes navíos, se acercarían a la costa lo más posible en la oscuridad y desembarcarían las tropas para atacar las partes altas y las baterías al nordeste de la ciudad. El capitán de navío Troubridge del Culloden sería el encargado de la fuerza de desembarco. La bombardera Rayo abriría entonces fuego en la ciudad en ese momento con sus morteros. Al amanecer los navíos de línea se acercarían, preparados para bombardear la ciudad. A menos que los buques mercantes que se hayaran en el muelle y su carga y todo el tesoro o lingotes que se hubieran desembarcado en la ciudad fueran entregados, la ciudad sería destruida por el bombardeo.
El día 18 la tripulación se dedicó a la instrucción de armas cortas. El día 20 Troubridge se traslada al Theseus para recibir las últimas instrucciones y detalles de la operación. La fuerza de desembarco consistía de 200 hombres por cada navío de línea, 100 más por cada una de las fragatas, completada por 80 artilleros, es decir, unos 1.000 hombres. La maniobra de desembarco comprendería dos fases. En la primera se desembarcaría a unas dos millas al nordeste del muelle de Santa Cruz, en la playa de Valle Seco, para tomar en maniobra de envolvimiento el castillo de Paso Alto. En la segunda fase, si no se rendía la ciudad tras conquistar Paso Alto, se dirigirían al muelle, para ocupar desde allí la ciudad.
Orden de Nelson a Troubridge:
Theseus, en alta mar, 20 de julio
Señor:
Deseo que toméis bajo vuestro mando el número de marineros e infantes de marina nombrados al margen (a), que estarán a las órdenes de los capitanes Hood, Miller, Fremantle, Bowen y Waller; y los infantes de marina bajo el cuidado del capitán Thomas Oldfield, y un destacamento de la artillería real mandada por el teniente Baynes, los cuales están ahora embarcados en las fragatas Seahorse, Terpsichore y Emerald. Con este destacamento os acercaréis a la plaza de Santa Cruz tanto como os sea posible, procurando no ser descubierto; y entonces embarcará a todos aquellos hombres que puedan transportar los botes y efectuará su desembarco en la parte nordeste de la bahía de Santa Cruz, próximo a una gran fortaleza. Desde el momento en que se encuentre en tierra, le recomiendo que primero asalte la batería; después de lo cual, una vez tomada, y asegurada su posición, procederá a asaltar la población y la batería de la cabeza del muelle, o enviará mi carta, como lo juzguéis más a propósito, que contiene una intimación de la cual le envío una copia; y los términos han de ser aceptados o rechazados en el plazo especificado, a menos que usted vea alguna buena causa para prorrogarlo, aunque no se alterará su sentido en lo más mínimo: y usted llevará a cabo cualesquiera otros medios que juzgue más oportunos para el pronto cumplimiento de mis órdenes, que son las de posesionarme de todos los cargamentos y tesoros que puedan estar desembarcados en la isla de Tenerife. Teniendo la más firme confianza en su habilidad, valentía y celo, así como en la de todos los que están bajo su mando, sólo me resta desearle de corazón que triunfe, y asegurarle que soy su más obediente y fiel servidor.
Horatio Nelson [Envío y traducción del original de Manuel García]
A continuación exponemos la carta intimidatoria que Nelson escribió y dio a Troubridge. No tiene desperdicio la educación de Nelson al comienzo de la misma. Hoy en día pudiera parecernos incluso de burla, pero era un lenguaje y unas costumbres de respeto y admiración muy usuales entre oficiales de alta graduación aún entre países en guerra:
Comienzo del mensaje de intimidación a la plaza:
Theseus, 20 de Julio.
Tengo el honor de informarle que he venido a exigir la inmediata entrega del navío Príncipe de Asturias, procedente de Manila y con destino a Cádiz, perteneciente a la Compañía de Filipinas, junto a su entero y completo cargamento, y así mismo todos aquellos cargamentos y propiedades que hayan podido ser desembarcadas en la isla de Tenerife, y que no sean para el consumo de sus habitantes. Y, siendo mi ardiente deseo que ni uno sólo de los habitantes de la isla de Tenerife sufra como consecuencia de mi petición, ofrezco los términos más honrosos y liberales; que si son rechazados, los horrores de la guerra que recaerán sobre los habitantes de Tenerife deberán ser imputados por el mundo a vos, y a vos únicamente; pues destruiré Santa Cruz y las demás poblaciones de la isla por medio de un bombardeo, exigiendo una muy pesada contribución a la isla.
Artículo 1°. Deberán entregarme los fuertes poniendo al momento a las fuerzas británicas en posesión de las puertas.
Artículo 2°. La guarnición depondrá las armas, permitiéndose sin embargo a los oficiales que conserven sus espadas y aquélla, sin condición de ser prisionera de guerra, será transportada a España o quedará en la isla, siempre que su conducta agrade al oficial comandante.
Artículo 3º. Con tal que se cumpla con el primer artículo de que me entreguen los cargamentos ya citados, no se exigirá a los habitantes ni la más pequeña contribución; al contrario, gozarán bajo mi protección de toda seguridad en sus personas y propiedades. [...]
(H.Nelson) [Envío y traducción del original de Manuel García]
Entre el 21 y 22 de julio se pone en marcha el plan. Sin embargo, las fragatas con las corrientes fuertes inesperadas no pueden acercarse a menos de una milla de la costa y desde la ciudad se dio la alrma, perdiendo la sorpresa estratégica, aunque no la táctica, ya que no se sabía donde iban a desembarcar. No se pudo realizar un bombardeo naval, ya que los navíos no podían acercarse y las fragatas al estar armadas con cañones navales de tiro directo no podían hacer un fuego efectivo. Un gran fallo fue el contar sólo con una bombardera provista de morteros de tiro curvo por elevación. Ni siquiera contaban con obúses y sus afamadas carronadas no servían de nada en esta situación. Navegaban en dos formaciones de botes. Una compuesta por 23 lanchas y botes que se dirigían al barranco del Bufadero y la otra, con 16, se dirigía al centro de la ciudad. Pero las malas condiciones metereológicas y el alertamiento del enemigo hacen abortar el desembarco y se vuelven a los buques con alguna pérdida de lanchas que zozobraron.
A las 10 de la mañana del 22 las fragatas, remolcadas por sus botes, fondean en las proximidades del barranco del Bufadero y desembarcan 1.000 hombres, que pusieron pie en la playa de Valle Seco, a pesar del fuego de Paso Alto. El desembarco se realizó en condiciones penosas, algunos botes zozobraron en la oscuridad y debido al desconocimiento de la zona quedaron muy desperdigados, además la artillería de campaña a falta de caballería para su movilización tenía que ser transportada por los hombres, con el cansancio y lentitud que esto suponía. Las fuerzas defensoras enviadas previamente por Gutierrez en el risco de la Altura frena a los británicos, estas fuerzas estaban compuestas por unos 165 hombres escogidos de la guarnición. Gutiérrez ante la posibilidad de que desembarcaran más hombres mandó al jefe del batallón Canarias ir al pueblo cercano de La Laguna para conseguir más milicianos y que se dirigiera con ellos hacia el Valle Seco, cortando la posible progresión de los británicos. Así, con 30 hombres de su batallón y 50 civiles, ocuparon el mismo día 22, tras una rapidísima marcha, los objetivos previstos.
Durante todo el 23 hubo un intercambio de fuego de fusil y de cañón. Los británicos, atascados y sin posibilidad de progresar procedieron al reembarque, tras dar Nelson la señal desde el Theseus de retirada, con la pérdida de dos hombres. Las tres fragatas navegaron entonces por las proximidades del barranco Hondo y de la Candelaria tratando de desconcertar y atemorizar a los defensores. Pero lo cierto es que Gutiérrez, una vez más, se adelantó a las intenciones de Nelson y había dispuesto fuerzas en Santa Cruz, dejanto el castillo de Paso Alto sólo con 30 hombres, desplegando las fuerzas mejor adiestradas en el Castillo de San Cristóbal en el sudoeste, dejando al batallón de Canarias en reserva, para acudir donde se pusieran las cosas feas. Este ir y venir de tropas españolas hacía que pareciera que eran muchos más los defensores.
Tras las tentativas fracasadas Nelson se encontraba con una situación insólita en su carrera que debía resolver para salvar el honor de la Royal Navy. Para ello convocó a sus capitanes a una reunión el 23 y les dijo que, tras reconocer el fracaso de su plan inicial, que había decidido un asalto directo a Santa Cruz por la noche. Nelson había decidido atacar por el centro, yendo directamente al castillo central de San Cristóbal, donde se encontraba la mayoría de las tropas españolas. Nelson ordenó el ataque, conduciendo personalmente uno de los seis grupos de abordaje, los otros cinco eran mandados por los capitanes Troubridge, Miller, Hood, Waller y Thompson.
Nelson escribió a Jervis: "Tomaré el mando de todas las fuerzas destinadas a desembarcar bajo fuego de las baterías de la ciudad y mañana probablemente será coronada mi cabeza con laureles o con cipreses".
Desde luego Nelson se resistía a quedarse en su buque insignia como correspondería a su grado de contra almirante y comandante en jefe de la operación, y se exponía a un grave peligro que podía dejar sin mando a la fuerza de desembarco. Acto valiente, pero irresponsable, tal y como se vería más tarde.
Este plan de ataque consistía en que las tres fragatas de su escuadra, que tenían menos calado que los grandes navíos, se acercarían a la costa lo más posible en la oscuridad y desembarcarían las tropas para atacar las partes altas y las baterías al nordeste de la ciudad. El capitán de navío Troubridge del Culloden sería el encargado de la fuerza de desembarco. La bombardera Rayo abriría entonces fuego en la ciudad en ese momento con sus morteros. Al amanecer los navíos de línea se acercarían, preparados para bombardear la ciudad. A menos que los buques mercantes que se hayaran en el muelle y su carga y todo el tesoro o lingotes que se hubieran desembarcado en la ciudad fueran entregados, la ciudad sería destruida por el bombardeo.
El día 18 la tripulación se dedicó a la instrucción de armas cortas. El día 20 Troubridge se traslada al Theseus para recibir las últimas instrucciones y detalles de la operación. La fuerza de desembarco consistía de 200 hombres por cada navío de línea, 100 más por cada una de las fragatas, completada por 80 artilleros, es decir, unos 1.000 hombres. La maniobra de desembarco comprendería dos fases. En la primera se desembarcaría a unas dos millas al nordeste del muelle de Santa Cruz, en la playa de Valle Seco, para tomar en maniobra de envolvimiento el castillo de Paso Alto. En la segunda fase, si no se rendía la ciudad tras conquistar Paso Alto, se dirigirían al muelle, para ocupar desde allí la ciudad.
Orden de Nelson a Troubridge:
Theseus, en alta mar, 20 de julio
Señor:
Deseo que toméis bajo vuestro mando el número de marineros e infantes de marina nombrados al margen (a), que estarán a las órdenes de los capitanes Hood, Miller, Fremantle, Bowen y Waller; y los infantes de marina bajo el cuidado del capitán Thomas Oldfield, y un destacamento de la artillería real mandada por el teniente Baynes, los cuales están ahora embarcados en las fragatas Seahorse, Terpsichore y Emerald. Con este destacamento os acercaréis a la plaza de Santa Cruz tanto como os sea posible, procurando no ser descubierto; y entonces embarcará a todos aquellos hombres que puedan transportar los botes y efectuará su desembarco en la parte nordeste de la bahía de Santa Cruz, próximo a una gran fortaleza. Desde el momento en que se encuentre en tierra, le recomiendo que primero asalte la batería; después de lo cual, una vez tomada, y asegurada su posición, procederá a asaltar la población y la batería de la cabeza del muelle, o enviará mi carta, como lo juzguéis más a propósito, que contiene una intimación de la cual le envío una copia; y los términos han de ser aceptados o rechazados en el plazo especificado, a menos que usted vea alguna buena causa para prorrogarlo, aunque no se alterará su sentido en lo más mínimo: y usted llevará a cabo cualesquiera otros medios que juzgue más oportunos para el pronto cumplimiento de mis órdenes, que son las de posesionarme de todos los cargamentos y tesoros que puedan estar desembarcados en la isla de Tenerife. Teniendo la más firme confianza en su habilidad, valentía y celo, así como en la de todos los que están bajo su mando, sólo me resta desearle de corazón que triunfe, y asegurarle que soy su más obediente y fiel servidor.
Horatio Nelson [Envío y traducción del original de Manuel García]
A continuación exponemos la carta intimidatoria que Nelson escribió y dio a Troubridge. No tiene desperdicio la educación de Nelson al comienzo de la misma. Hoy en día pudiera parecernos incluso de burla, pero era un lenguaje y unas costumbres de respeto y admiración muy usuales entre oficiales de alta graduación aún entre países en guerra:
Comienzo del mensaje de intimidación a la plaza:
Theseus, 20 de Julio.
Tengo el honor de informarle que he venido a exigir la inmediata entrega del navío Príncipe de Asturias, procedente de Manila y con destino a Cádiz, perteneciente a la Compañía de Filipinas, junto a su entero y completo cargamento, y así mismo todos aquellos cargamentos y propiedades que hayan podido ser desembarcadas en la isla de Tenerife, y que no sean para el consumo de sus habitantes. Y, siendo mi ardiente deseo que ni uno sólo de los habitantes de la isla de Tenerife sufra como consecuencia de mi petición, ofrezco los términos más honrosos y liberales; que si son rechazados, los horrores de la guerra que recaerán sobre los habitantes de Tenerife deberán ser imputados por el mundo a vos, y a vos únicamente; pues destruiré Santa Cruz y las demás poblaciones de la isla por medio de un bombardeo, exigiendo una muy pesada contribución a la isla.
Artículo 1°. Deberán entregarme los fuertes poniendo al momento a las fuerzas británicas en posesión de las puertas.
Artículo 2°. La guarnición depondrá las armas, permitiéndose sin embargo a los oficiales que conserven sus espadas y aquélla, sin condición de ser prisionera de guerra, será transportada a España o quedará en la isla, siempre que su conducta agrade al oficial comandante.
Artículo 3º. Con tal que se cumpla con el primer artículo de que me entreguen los cargamentos ya citados, no se exigirá a los habitantes ni la más pequeña contribución; al contrario, gozarán bajo mi protección de toda seguridad en sus personas y propiedades. [...]
(H.Nelson) [Envío y traducción del original de Manuel García]
Entre el 21 y 22 de julio se pone en marcha el plan. Sin embargo, las fragatas con las corrientes fuertes inesperadas no pueden acercarse a menos de una milla de la costa y desde la ciudad se dio la alrma, perdiendo la sorpresa estratégica, aunque no la táctica, ya que no se sabía donde iban a desembarcar. No se pudo realizar un bombardeo naval, ya que los navíos no podían acercarse y las fragatas al estar armadas con cañones navales de tiro directo no podían hacer un fuego efectivo. Un gran fallo fue el contar sólo con una bombardera provista de morteros de tiro curvo por elevación. Ni siquiera contaban con obúses y sus afamadas carronadas no servían de nada en esta situación. Navegaban en dos formaciones de botes. Una compuesta por 23 lanchas y botes que se dirigían al barranco del Bufadero y la otra, con 16, se dirigía al centro de la ciudad. Pero las malas condiciones metereológicas y el alertamiento del enemigo hacen abortar el desembarco y se vuelven a los buques con alguna pérdida de lanchas que zozobraron.
A las 10 de la mañana del 22 las fragatas, remolcadas por sus botes, fondean en las proximidades del barranco del Bufadero y desembarcan 1.000 hombres, que pusieron pie en la playa de Valle Seco, a pesar del fuego de Paso Alto. El desembarco se realizó en condiciones penosas, algunos botes zozobraron en la oscuridad y debido al desconocimiento de la zona quedaron muy desperdigados, además la artillería de campaña a falta de caballería para su movilización tenía que ser transportada por los hombres, con el cansancio y lentitud que esto suponía. Las fuerzas defensoras enviadas previamente por Gutierrez en el risco de la Altura frena a los británicos, estas fuerzas estaban compuestas por unos 165 hombres escogidos de la guarnición. Gutiérrez ante la posibilidad de que desembarcaran más hombres mandó al jefe del batallón Canarias ir al pueblo cercano de La Laguna para conseguir más milicianos y que se dirigiera con ellos hacia el Valle Seco, cortando la posible progresión de los británicos. Así, con 30 hombres de su batallón y 50 civiles, ocuparon el mismo día 22, tras una rapidísima marcha, los objetivos previstos.
Durante todo el 23 hubo un intercambio de fuego de fusil y de cañón. Los británicos, atascados y sin posibilidad de progresar procedieron al reembarque, tras dar Nelson la señal desde el Theseus de retirada, con la pérdida de dos hombres. Las tres fragatas navegaron entonces por las proximidades del barranco Hondo y de la Candelaria tratando de desconcertar y atemorizar a los defensores. Pero lo cierto es que Gutiérrez, una vez más, se adelantó a las intenciones de Nelson y había dispuesto fuerzas en Santa Cruz, dejanto el castillo de Paso Alto sólo con 30 hombres, desplegando las fuerzas mejor adiestradas en el Castillo de San Cristóbal en el sudoeste, dejando al batallón de Canarias en reserva, para acudir donde se pusieran las cosas feas. Este ir y venir de tropas españolas hacía que pareciera que eran muchos más los defensores.
Tras las tentativas fracasadas Nelson se encontraba con una situación insólita en su carrera que debía resolver para salvar el honor de la Royal Navy. Para ello convocó a sus capitanes a una reunión el 23 y les dijo que, tras reconocer el fracaso de su plan inicial, que había decidido un asalto directo a Santa Cruz por la noche. Nelson había decidido atacar por el centro, yendo directamente al castillo central de San Cristóbal, donde se encontraba la mayoría de las tropas españolas. Nelson ordenó el ataque, conduciendo personalmente uno de los seis grupos de abordaje, los otros cinco eran mandados por los capitanes Troubridge, Miller, Hood, Waller y Thompson.
Nelson escribió a Jervis: "Tomaré el mando de todas las fuerzas destinadas a desembarcar bajo fuego de las baterías de la ciudad y mañana probablemente será coronada mi cabeza con laureles o con cipreses".
Desde luego Nelson se resistía a quedarse en su buque insignia como correspondería a su grado de contra almirante y comandante en jefe de la operación, y se exponía a un grave peligro que podía dejar sin mando a la fuerza de desembarco. Acto valiente, pero irresponsable, tal y como se vería más tarde.
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IV PARTE
A las 10.30 de la noche del 24 de julio, los infantes de marina británicos y marineros se encontraban alrededor del navío Zealous donde formaron los seis grupos, con 700 hombres. Además de las lanchas les acompañaba el cúter Fox, con 180 hombres escogidos y 80 en una goleta canaria apresada varios días antes. Con remos envueltos en telas para no hacer mucho ruido comenzaron a avanzar las dos millas que los separaban de la playa. Lograron llegar hasta tiro de cañón de la costa (unos 300 metros) antes de ser descubiertos por la fragata española San José, que se encontraba fondeada a 500 metros del muelle, seguido por el castillo de Paso Alto. La batalla fue emprendida en 5 frentes, el principal, el área alrededor de la plaza de la Pila, la reguera de Santos, la playa de las Carnicerias, y el monasterio de Santo Domingo. Sin embargo los primeros que llegaron a las playas se habían equivocado y se habían despistado del resto de las tropas, además la mayoría de su munición estaba inservible por el oleaje y a parte perdieron sus escaleras de mano de escalar.
El resto de los grupos se vio sorprendido por un sostenido fuego de las baterias españolas que abrieron fuego desde Paso Alto hasta el castillo de San Telmo con toda clase de proyectiles, metralla y fusileria de mosquete, que ocasionó el hundimiento del cutter Fox con la pérdida de 97 hombres. Según los propios atacantes parecía el mismo infierno. Algunos de los comandantes de las baterías de Paso Alto, San Miguel, San Antonio y San Pedro se disputaban la gloria del acierto de haber echado a pique al citado cúter. "El comandante del castillo de San Pedro, que estaba bajo su mando y que era el más inmediato al muelle, afirmó que fue el primero que avistó a la embarcación inglesa y que avisó a las demás fortalezas con un cañonazo que le disparó. Este dato es muy importante y probablemente exacto, porque nadie lo rectificó con posterioridad." (Juan Arencibia)
[Al ser alertadas] las cuatro referidas baterías empezaron a un tiempo un fuego tan vivo y tan unido, que al momento el mar se tragó al cúter y por consiguiente las cuatro baterías fueron las que le echaron a pique, porque un solo cañonazo, dos, tres o cuatro de una batería, no lo habrían destruido con tanta prontitud. (Francisco de Tolosa. Capitán de los artilleros provinciales)
os esta gustando? por que si no..................
A las 10.30 de la noche del 24 de julio, los infantes de marina británicos y marineros se encontraban alrededor del navío Zealous donde formaron los seis grupos, con 700 hombres. Además de las lanchas les acompañaba el cúter Fox, con 180 hombres escogidos y 80 en una goleta canaria apresada varios días antes. Con remos envueltos en telas para no hacer mucho ruido comenzaron a avanzar las dos millas que los separaban de la playa. Lograron llegar hasta tiro de cañón de la costa (unos 300 metros) antes de ser descubiertos por la fragata española San José, que se encontraba fondeada a 500 metros del muelle, seguido por el castillo de Paso Alto. La batalla fue emprendida en 5 frentes, el principal, el área alrededor de la plaza de la Pila, la reguera de Santos, la playa de las Carnicerias, y el monasterio de Santo Domingo. Sin embargo los primeros que llegaron a las playas se habían equivocado y se habían despistado del resto de las tropas, además la mayoría de su munición estaba inservible por el oleaje y a parte perdieron sus escaleras de mano de escalar.
El resto de los grupos se vio sorprendido por un sostenido fuego de las baterias españolas que abrieron fuego desde Paso Alto hasta el castillo de San Telmo con toda clase de proyectiles, metralla y fusileria de mosquete, que ocasionó el hundimiento del cutter Fox con la pérdida de 97 hombres. Según los propios atacantes parecía el mismo infierno. Algunos de los comandantes de las baterías de Paso Alto, San Miguel, San Antonio y San Pedro se disputaban la gloria del acierto de haber echado a pique al citado cúter. "El comandante del castillo de San Pedro, que estaba bajo su mando y que era el más inmediato al muelle, afirmó que fue el primero que avistó a la embarcación inglesa y que avisó a las demás fortalezas con un cañonazo que le disparó. Este dato es muy importante y probablemente exacto, porque nadie lo rectificó con posterioridad." (Juan Arencibia)
[Al ser alertadas] las cuatro referidas baterías empezaron a un tiempo un fuego tan vivo y tan unido, que al momento el mar se tragó al cúter y por consiguiente las cuatro baterías fueron las que le echaron a pique, porque un solo cañonazo, dos, tres o cuatro de una batería, no lo habrían destruido con tanta prontitud. (Francisco de Tolosa. Capitán de los artilleros provinciales)
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V parte
La víspera del ataque se abrió una tronera en el muro del castillo de San Cristóbal donde se colocó un cañón de 24 libras a baja altura, para dificultar el desembarco inglés en la playa que separaba este castillo del de San Pedro. Es posible que, como indica la tradición, se tratara del cañón Tigre, pero es un hecho indemostrable ya que eran numerosos los cañones que en fuego cruzado, intentaban impedir el acceso inglés a la playa y al muelle. Sin llegar a desembarcar Nelson fue herido en el codo derecho por fuego de metralla, ya que el infierno les caía del cielo, mientras que Richard Bowen, comandante de la Terpsichore, pierde la vida. Posteriormente, Nelson se enojaría con el Almirantazgo inglés, porque no se le hizo caso al solicitar un monumento o una placa conmemorativa en la Catedral de St. Paul de Lóndres en memoria de Bowen, ni siquiera una mención en el Parlamento, al hombre que había considerado como uno de los más prometedores oficiales británicos. El Almirantazgo le respondió que no se hacían homenajes a los que habían protagonizado un hecho desafortunado a las armas británicas. Con cosas así se comprende la "afición" inglesa de contar sólo las hazañas y no las derrotas.
Tras la muerte de Bowen sólo un pequeño grupo de británicos logra desembarcar y clavan unos cañones en el muelle "fue tan vivo y tan nutrido el fuego de mosquetería y metralla que nos hicieron desde la ciudadela, ventanas y azoteas de las casas circunvecinas, que no fue poible avanzar un paso más, y el suelo estaba sembrado de cadáveres nuestros". (parte de Nelson a Jervis, 27 de julio). Al final se rinden y más de medio centenar de hombres son tomados prisioneros.
El teniente Josiah Nisbet (el hijastro de Nelson) cogió a Nelson mientras caía herido en su bote. "Soy hombre muerto," murmuró mientras Josiah lo ponía tumbado en el bote, a continuación rasgó el pañuelo de seda negra de su propio cuello y la ató como torniquete alrededor del brazo herido. Josiah vio que la vida del almirante dependía de una vuelta inmediata al barco y al cirujano. Nelson rechazó ser subido a bordo de la fragata Seahorse que era el barco más cercano, debido a la señal de socorro que izaría su capitán Betsey Fremantle y que tendría consecuencias desastrosas para la moral de las tropas, así que la lancha continuó más lejos para encontrarse con el navío Theseus. Su brazo derecho colgaba inerme por un lado mientras que, con la izquierda se apoyaba para ir a bordo de la nave. "déjenme subir solo," el contralmirante gritó herido "tengo todavía mis piernas y un brazo útiles. Diga al cirujano que se de prisa en preparar sus instrumentos- sé que debo perder mi brazo derecho, así que cuanto antes mejor." Un acto valiente ante tan desastroso desembarco. El resto de su grupo encalla o desembarca en otras zonas donde son hostigados por los milicianos.
En la playa de las Carnicerias logran desembarcar 450 británicos pertenecientes a tres de los seis grupos, que se dirigen al centro de la ciudad bajo el intenso fuego. Intentan sin éxito tomar el fuerte de San Cristóbal por la retaguardia, a pesar de los contratiempos, y demostrando gran arrogancia, el capitán Troubridge envío un mensaje al general Gutiérrez para instarle a la rendición, que lógicamente fue rechazada categóricamente (estos mensajes del oficial británico eran seguramente para ganar algo de tiempo, para que a los posibles refuerzos les diera tiempo llegar hasta su posición). A continuación logran encerrase con 340 hombres supervivientes bajo el mando de Troubridge y Hood, en el convento dominico de La Consolación, pero eran sabedores que esta situación era insostenible, ya que los barcos de guerra británicos no podían acercarse para dar refuerzos a las tropas desembarcadas. El capitán británico contaba sólo con 80 infantes de marina, 80 lanceros y 180 marineros armados con mosquetes.
La víspera del ataque se abrió una tronera en el muro del castillo de San Cristóbal donde se colocó un cañón de 24 libras a baja altura, para dificultar el desembarco inglés en la playa que separaba este castillo del de San Pedro. Es posible que, como indica la tradición, se tratara del cañón Tigre, pero es un hecho indemostrable ya que eran numerosos los cañones que en fuego cruzado, intentaban impedir el acceso inglés a la playa y al muelle. Sin llegar a desembarcar Nelson fue herido en el codo derecho por fuego de metralla, ya que el infierno les caía del cielo, mientras que Richard Bowen, comandante de la Terpsichore, pierde la vida. Posteriormente, Nelson se enojaría con el Almirantazgo inglés, porque no se le hizo caso al solicitar un monumento o una placa conmemorativa en la Catedral de St. Paul de Lóndres en memoria de Bowen, ni siquiera una mención en el Parlamento, al hombre que había considerado como uno de los más prometedores oficiales británicos. El Almirantazgo le respondió que no se hacían homenajes a los que habían protagonizado un hecho desafortunado a las armas británicas. Con cosas así se comprende la "afición" inglesa de contar sólo las hazañas y no las derrotas.
Tras la muerte de Bowen sólo un pequeño grupo de británicos logra desembarcar y clavan unos cañones en el muelle "fue tan vivo y tan nutrido el fuego de mosquetería y metralla que nos hicieron desde la ciudadela, ventanas y azoteas de las casas circunvecinas, que no fue poible avanzar un paso más, y el suelo estaba sembrado de cadáveres nuestros". (parte de Nelson a Jervis, 27 de julio). Al final se rinden y más de medio centenar de hombres son tomados prisioneros.
El teniente Josiah Nisbet (el hijastro de Nelson) cogió a Nelson mientras caía herido en su bote. "Soy hombre muerto," murmuró mientras Josiah lo ponía tumbado en el bote, a continuación rasgó el pañuelo de seda negra de su propio cuello y la ató como torniquete alrededor del brazo herido. Josiah vio que la vida del almirante dependía de una vuelta inmediata al barco y al cirujano. Nelson rechazó ser subido a bordo de la fragata Seahorse que era el barco más cercano, debido a la señal de socorro que izaría su capitán Betsey Fremantle y que tendría consecuencias desastrosas para la moral de las tropas, así que la lancha continuó más lejos para encontrarse con el navío Theseus. Su brazo derecho colgaba inerme por un lado mientras que, con la izquierda se apoyaba para ir a bordo de la nave. "déjenme subir solo," el contralmirante gritó herido "tengo todavía mis piernas y un brazo útiles. Diga al cirujano que se de prisa en preparar sus instrumentos- sé que debo perder mi brazo derecho, así que cuanto antes mejor." Un acto valiente ante tan desastroso desembarco. El resto de su grupo encalla o desembarca en otras zonas donde son hostigados por los milicianos.
En la playa de las Carnicerias logran desembarcar 450 británicos pertenecientes a tres de los seis grupos, que se dirigen al centro de la ciudad bajo el intenso fuego. Intentan sin éxito tomar el fuerte de San Cristóbal por la retaguardia, a pesar de los contratiempos, y demostrando gran arrogancia, el capitán Troubridge envío un mensaje al general Gutiérrez para instarle a la rendición, que lógicamente fue rechazada categóricamente (estos mensajes del oficial británico eran seguramente para ganar algo de tiempo, para que a los posibles refuerzos les diera tiempo llegar hasta su posición). A continuación logran encerrase con 340 hombres supervivientes bajo el mando de Troubridge y Hood, en el convento dominico de La Consolación, pero eran sabedores que esta situación era insostenible, ya que los barcos de guerra británicos no podían acercarse para dar refuerzos a las tropas desembarcadas. El capitán británico contaba sólo con 80 infantes de marina, 80 lanceros y 180 marineros armados con mosquetes.
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VI PARTE
Los dos grupos restantes de británicos desembarcan en la playa de las Carnicerías y avanzaron por el barranco de los Santos. Sus ataques al principio tienen éxito, pero el batallón de Canarias ataca por el flanco junto con las partidas de Cuba y La Habana, empujándoles hasta la plaza de Santo Domingo, donde se unen a las fuerzas de Troubridge donde quedan completamente cercados.
El batallón de Canarias, previa orden, ocupa el muelle con el fin de cortar la retirada de Troubridge y la llegada de refuerzos. El regimiento de La Laguna se dirige al muelle en dos columnas, una por la retaguardia de la plaza de Santo Domingo, para evitar la progresión de los británicos al interior, y la otra columna siguiendo la línea de costa. Tanto las órdenes como los movimientos de los defensores fueron ejecutados con rapidez y eficacia.
Nelson intenta de madrugada reforzar a Troubridge enviando 15 botes hacia el muelle. Las baterías costeras hunden a tres, los demás viraron y regresaron a los buques. La batería del muelle, antes inutilizada ahora ya estaba de nuevo en servicio, lo que hacía imposible otro ataque.
El capitán Troubridge tras otro ridículo mensaje instando a la rendición y dándose cuenta de la triste realidad mandó a Hood a parlamentar con el gobernador. El general Gutiérrez ese día del 25 de julio tenía crisis asmática, a pesar de ello obligó al enemigo a negociar, lo que era en realidad una capitulación.
Estas eran las condiciones de la negociación.
"Santa Cruz, 25 de julio de 1797
Las tropas &c. pertenecientes a S.M. Británica serán embarcadas con todas sus armas de toda especie, y llevarán sus botes si se han salvado; y se les franquearán los demás que se necesiten, en consideración de lo cual se obligan por su parte a que no molestarán el pueblo de modo alguno los navíos de la Escuadra Británica que están delante de él, ni a ninguna de las Islas en las Canarias, y los prisioneros se devolverán de ambas partes.
Dado bajo mi firma y sobre mi palabra de honor
Samuel Hood
Ratificado por
T.Troubridge, Comandante de las tropas Británicas."
Nelson, que siempre había distinguido a los hombres que se portaban de forma honorable en la guerra, escribiría a bordo de su navío una carta de agradecimiento al general Gutiérrez por el trato dado a sus hombres y que Troubridge entregó el día después cuando se disponía a recoger a los heridos británicos que estaban en los hospitales de la ciudad.
"Theseus, en las afueras de Tenerife, 26 de julio de 1796 (error de fecha)
No puedo separarme de esta isla sin da a V.E. las más sinceras gracias por su fina atención para conmigo, y por la humanidad que ha manifestado con los heridos nuestros que estuvieron en su poder, o bajo su cuidado, y por la generosidad que tuvo con todos los que desembarcaron, lo que no dejaré de hacer presente a mi Soberano, y espero con el tiempo poder asegurar a V.E. personalmente cuanto soy de V.E. obediente humilde servidor
Horacio Nelson "
A lo que el general contestó:
"Muy Señor mío, de mi maior atención: Con mucho gusto he recivido la muy apreciable de V.S. efecto de su generosidad y buen modo de pensar, pues de mi parte considero que ningún lauro merece el hombre que sólo cumple con lo que la humanidad le dicta, y a esto se reduce lo que yo he hecho para con los heridos y para los que desembarcaron, a quienes devo de considerar como hermanos desde el instante que concluió el Combate. Si en el estado a que ha conducido a V.S. la siempre incierta suerte de la Guerra, pudiese yo, o qualquiera de los efectos que esta Ysla produce, serle de alguna utilidad o alivio, ésta sería para mí una verdadera complacencia, y espero admitirá V.S. un par de limetones de vino, que creo no sea de lo peor que produce. Seráme de mucha satisfacción tratar personalmente quando las circunstancias lo permitan, a sugeto de tan dignas y recomendables prendas como V.S. manifiesta; y entre tanto ruego a Dios guarde su vida por largos y felices años.
Santa Cruz de Tenerife 27 de julio de 1797
B.L.M. de V.S. su más seguro atento servidor.
Dn. Antonio Gutiérrez"
Nelson también se comprometió a llevar la noticia de la victoria a la Peninsula. Al contrario que el enemigo los españoles no tuvieron excesivas bajas, con 30 muertos y 40 heridos solamente, sufriendo los británicos 177 muertos por ahogamiento (debido al hundimiento del Fox y las numerosas lanchas hundidas por fuego o por zozobrar), 51 muertos en combate, 5 desaparecidos y 128 heridos. Del total de las bajas tuvieron 7 oficiales muertos y 5 más heridos). Como hemos indicado anteriormente Nelson fue uno de los oficiales heridos. Además hubo bastantes prisioneros que fueron devueltos a sus barcos. En España se tomó como un desquite por la derrota en San Vicente seis meses atrás, y desde luego para los británicos fueron unas pérdidas mucho más cuantiosas (y por número de oficiales de alto rango muertos y heridos) que en dicha batalla sufrieron.
Bajas oficiales que sufrieron los ingleses en el asalto del 25 de julio de 1797
Buques Muertos Heridos Ahogados Desaparecidos
Theseus 12 25 34 -
Culloden 3 18 36 -
Zealous 5 21 - -
Leander 6 5 - 1
Seahorse 2 31 - -
Terpsichore 8 11 - 4
Fox (hundida) - - 97 -
Emerald 8 12 10 -
Total 44 123 177 5
Oficiales muertos:
- Richard Bowen. Comandante de la Terpsichore
- George Thorpe. Oficial de la Terpsichore
- John Weterhead. Oficial del Theseus
- William Earnshaw. Oficial del Leander
- Robinson. Oficial del Leander
- Baisham. Oficial de la Emerald
- Gibson. Oficial Comandante del Fox
Oficiales heridos:
- Horatio Nelson. Contraalmirante. Comandante en Jefe.
- Thompson. Comandante del Leander
- Freemantle. Comandante de la Seahorse
- George Douglas. Oficial de la Seahorse
- Guardamarina Watts, del Zealous
Bajas mortales de las fuerzas españolas de Tenerife
- Don Juan Bautista de Castro. Teniente Coronel del Regimiento de La Laguna
- Don Rafael Fernández. Subteniente del Batallón Canarias
- Antonio Miguel González. Soldado del Batallón Canarias
- Manuel Fernández. Ídem
- Luis Nuñez. Ídem
- Antonio Delgado Sosa. Miliciano
- José Benito. Ídem
- Juan Pacheco. Ídem
- Bernardo García. Ídem
- Dionisio González. Ídem
- Domingo de León Padilla. Ídem
- Felipe Guerra. Ídem
- José Pérez. Ídem
- Don Carlos Rooney. Paisano
- Don Agustín Quevedo. Ídem
- Don Antonio Espinosa. Ídem
- Don Domingo A. Pérez. Ídem
- Don José M. Calero. Ídem
- Don Juan de Regla. Ídem
- Don Juan Amarilis. Ídem
- Pablo Duaure. Auxiliar. Natural de Francia
- Juan Chibeau. Ídem. Ídem
Los dos grupos restantes de británicos desembarcan en la playa de las Carnicerías y avanzaron por el barranco de los Santos. Sus ataques al principio tienen éxito, pero el batallón de Canarias ataca por el flanco junto con las partidas de Cuba y La Habana, empujándoles hasta la plaza de Santo Domingo, donde se unen a las fuerzas de Troubridge donde quedan completamente cercados.
El batallón de Canarias, previa orden, ocupa el muelle con el fin de cortar la retirada de Troubridge y la llegada de refuerzos. El regimiento de La Laguna se dirige al muelle en dos columnas, una por la retaguardia de la plaza de Santo Domingo, para evitar la progresión de los británicos al interior, y la otra columna siguiendo la línea de costa. Tanto las órdenes como los movimientos de los defensores fueron ejecutados con rapidez y eficacia.
Nelson intenta de madrugada reforzar a Troubridge enviando 15 botes hacia el muelle. Las baterías costeras hunden a tres, los demás viraron y regresaron a los buques. La batería del muelle, antes inutilizada ahora ya estaba de nuevo en servicio, lo que hacía imposible otro ataque.
El capitán Troubridge tras otro ridículo mensaje instando a la rendición y dándose cuenta de la triste realidad mandó a Hood a parlamentar con el gobernador. El general Gutiérrez ese día del 25 de julio tenía crisis asmática, a pesar de ello obligó al enemigo a negociar, lo que era en realidad una capitulación.
Estas eran las condiciones de la negociación.
"Santa Cruz, 25 de julio de 1797
Las tropas &c. pertenecientes a S.M. Británica serán embarcadas con todas sus armas de toda especie, y llevarán sus botes si se han salvado; y se les franquearán los demás que se necesiten, en consideración de lo cual se obligan por su parte a que no molestarán el pueblo de modo alguno los navíos de la Escuadra Británica que están delante de él, ni a ninguna de las Islas en las Canarias, y los prisioneros se devolverán de ambas partes.
Dado bajo mi firma y sobre mi palabra de honor
Samuel Hood
Ratificado por
T.Troubridge, Comandante de las tropas Británicas."
Nelson, que siempre había distinguido a los hombres que se portaban de forma honorable en la guerra, escribiría a bordo de su navío una carta de agradecimiento al general Gutiérrez por el trato dado a sus hombres y que Troubridge entregó el día después cuando se disponía a recoger a los heridos británicos que estaban en los hospitales de la ciudad.
"Theseus, en las afueras de Tenerife, 26 de julio de 1796 (error de fecha)
No puedo separarme de esta isla sin da a V.E. las más sinceras gracias por su fina atención para conmigo, y por la humanidad que ha manifestado con los heridos nuestros que estuvieron en su poder, o bajo su cuidado, y por la generosidad que tuvo con todos los que desembarcaron, lo que no dejaré de hacer presente a mi Soberano, y espero con el tiempo poder asegurar a V.E. personalmente cuanto soy de V.E. obediente humilde servidor
Horacio Nelson "
A lo que el general contestó:
"Muy Señor mío, de mi maior atención: Con mucho gusto he recivido la muy apreciable de V.S. efecto de su generosidad y buen modo de pensar, pues de mi parte considero que ningún lauro merece el hombre que sólo cumple con lo que la humanidad le dicta, y a esto se reduce lo que yo he hecho para con los heridos y para los que desembarcaron, a quienes devo de considerar como hermanos desde el instante que concluió el Combate. Si en el estado a que ha conducido a V.S. la siempre incierta suerte de la Guerra, pudiese yo, o qualquiera de los efectos que esta Ysla produce, serle de alguna utilidad o alivio, ésta sería para mí una verdadera complacencia, y espero admitirá V.S. un par de limetones de vino, que creo no sea de lo peor que produce. Seráme de mucha satisfacción tratar personalmente quando las circunstancias lo permitan, a sugeto de tan dignas y recomendables prendas como V.S. manifiesta; y entre tanto ruego a Dios guarde su vida por largos y felices años.
Santa Cruz de Tenerife 27 de julio de 1797
B.L.M. de V.S. su más seguro atento servidor.
Dn. Antonio Gutiérrez"
Nelson también se comprometió a llevar la noticia de la victoria a la Peninsula. Al contrario que el enemigo los españoles no tuvieron excesivas bajas, con 30 muertos y 40 heridos solamente, sufriendo los británicos 177 muertos por ahogamiento (debido al hundimiento del Fox y las numerosas lanchas hundidas por fuego o por zozobrar), 51 muertos en combate, 5 desaparecidos y 128 heridos. Del total de las bajas tuvieron 7 oficiales muertos y 5 más heridos). Como hemos indicado anteriormente Nelson fue uno de los oficiales heridos. Además hubo bastantes prisioneros que fueron devueltos a sus barcos. En España se tomó como un desquite por la derrota en San Vicente seis meses atrás, y desde luego para los británicos fueron unas pérdidas mucho más cuantiosas (y por número de oficiales de alto rango muertos y heridos) que en dicha batalla sufrieron.
Bajas oficiales que sufrieron los ingleses en el asalto del 25 de julio de 1797
Buques Muertos Heridos Ahogados Desaparecidos
Theseus 12 25 34 -
Culloden 3 18 36 -
Zealous 5 21 - -
Leander 6 5 - 1
Seahorse 2 31 - -
Terpsichore 8 11 - 4
Fox (hundida) - - 97 -
Emerald 8 12 10 -
Total 44 123 177 5
Oficiales muertos:
- Richard Bowen. Comandante de la Terpsichore
- George Thorpe. Oficial de la Terpsichore
- John Weterhead. Oficial del Theseus
- William Earnshaw. Oficial del Leander
- Robinson. Oficial del Leander
- Baisham. Oficial de la Emerald
- Gibson. Oficial Comandante del Fox
Oficiales heridos:
- Horatio Nelson. Contraalmirante. Comandante en Jefe.
- Thompson. Comandante del Leander
- Freemantle. Comandante de la Seahorse
- George Douglas. Oficial de la Seahorse
- Guardamarina Watts, del Zealous
Bajas mortales de las fuerzas españolas de Tenerife
- Don Juan Bautista de Castro. Teniente Coronel del Regimiento de La Laguna
- Don Rafael Fernández. Subteniente del Batallón Canarias
- Antonio Miguel González. Soldado del Batallón Canarias
- Manuel Fernández. Ídem
- Luis Nuñez. Ídem
- Antonio Delgado Sosa. Miliciano
- José Benito. Ídem
- Juan Pacheco. Ídem
- Bernardo García. Ídem
- Dionisio González. Ídem
- Domingo de León Padilla. Ídem
- Felipe Guerra. Ídem
- José Pérez. Ídem
- Don Carlos Rooney. Paisano
- Don Agustín Quevedo. Ídem
- Don Antonio Espinosa. Ídem
- Don Domingo A. Pérez. Ídem
- Don José M. Calero. Ídem
- Don Juan de Regla. Ídem
- Don Juan Amarilis. Ídem
- Pablo Duaure. Auxiliar. Natural de Francia
- Juan Chibeau. Ídem. Ídem
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