Terremoto 6,2 Prevén compleja extracción de cadáver
Chofer y su auto están como clavados a un paredón
Soldado colombiano realizó peligroso descenso para identificarlo
Cantidad de tierra en este derrumbe podría llenar más de 133.000 vagonetas
Álvaro Murillo y Otto Vargas |
[email protected]Cinchona, Alajuela. De lejos parece una pequeña mancha blanca en el enorme farallón. De cerca es un Toyota Yaris. Su chofer, un empleado de la empresa Dos Pinos, está muerto dentro.
Solo un brazo sale por una “ventana” de 50 centímetros.
Así lo vio el soldado colombiano Raúl Muriel al bajar unos 10 metros mediante una cuerda desde el helicóptero Black Hawk suspendido en el aire.
La inclinación del talud hacía imposible el acceso de otra forma que no fuera mediante el sistema de grúa del helicóptero, que el Ejército de Colombia facilitó para las tareas de rescate.
La víctima es un hombre de apellido Herrera, quien trabajaba como agente de ventas y viajaba a su casa en Heredia procedente de Venecia de San Carlos.
Herrera manejaba el jueves por la estrecha carretera de Cinchona cuando sobrevino el movimiento telúrico de 6,2 grados en la escala de Richter. El derrumbe fue inmediato y empujó el carro hacia el precipicio, donde quedó como clavado a una gran pared café.
El geólogo Juan Ignacio Chaves calculó que ese derrumbe consistió en 1.600.000 metros cúbicos de tierra, una cantidad suficiente para llenar 133.300 vagonetas.
“Es altamente riesgoso sacarlo de ahí. Es una pared sin opción de soporte. Lo tenemos identificado. Las familiares saben de nuestra congoja, pero saben que es muy difícil”, dijo el director del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), Jorge Rojas.
Un baquiano de Río Cuarto de Grecia, Reymer Madrigal, ha sido quien más cerca ha podido llegar por tierra hasta el sitio donde está el vehículo y asegura que en el fondo del precipicio, en el cauce del río Sarapiquí, hay también un microbús cubierto por la tierra.
Experiencia. Nadie como el combatiente Raúl Muriel sabe lo difícil que puede resultar el rescate de Herrera.
En los minutos que duró su descenso hasta él confirmó la complejidad del lugar. “El vehículo está sepultado y aplastado por la tierra. Está casi tapado. Va a ser muy complicado sacarlo”, relató ayer Muriel, el único combatiente de las tropas de tierra que envió el Ejército de Colombia. Los otros cinco son de la división aérea.
Muriel, de 34 años, se dedica a operativos especiales y tiene experiencia en rescates verticales.
“En las montañas de Colombia la guerrilla pone minas y con frecuencia hay que rescatar a soldados nuestros heridos, sin posibilidad de que aterrice el helicóptero. Entonces yo bajo en grúa y con una canastilla para subir al herido”, relató este bogotano.
Muriel y sus cinco compañeros están a total disposición de las autoridades costarricenses y prevén que permanecerán por una semana. Hoy es el último día de operación de los cinco helicópteros que envió Estados Unidos.
(Igual sucedió con el Terremoto en Perú, la FAC también quedó a disposición del Gobierno de dicho país)