El general en retiro Miguel Zaldumbide intentaba ayer no quebrantarse. Un nuevo accidente aéreo le arrancó a otro de sus hijos.
En el casino de la Escuela Superior del Ejército recibía abrazos y palabras de aliento. “Ricardo, el segundo de sus hijos, llegó a ser teniente del Ejército”, evocó y con su mirada volvió a 1995. “Él murió en un accidente de un helicóptero militar; viajaba en un vuelo logístico entre Coca y Tena; pero la nave se precipitó al piso”.
Anteayer perdió a Julio, quien nació en Quito, cumplió 38 años y llegó al rango de mayor. “Era un hombre respetuoso con sus padres y cariñoso con su familia”.
Zaldumbide dirigía el avión Beechcraft que se precipitó contra dos edificios en la zona de la González Suárez de Quito. En esa nave también iban el teniente Jorge Zurita y el sargento Mario Figueroa. Además, estaban como pasajeros la esposa del mayor Zaldumbide, Claudia Uscocovich y su pequeño hijo Julio, de 12 años.
Todos murieron. Ayer, sus cuerpos fueron enterrados en una ceremonia castrense, que se inició en la Escuela Superior Militar Eloy Alfaro en Pusuquí.
Al amanecer, los féretros estaban en medio de una capilla ardiente. Sobre los ataúdes de los militares se colocaron las banderas del país y una rosa roja.
Mientras que en los cofres de la madre y de su hijo se entregaron flores.
“Los padres no estamos preparados para enterrar a los hijos”, dijo muy apenado el general Zaldumbide. Todavía tiene con vida a un hijo, que también es piloto y coronel de las Fuerzas Armadas.
El general evocó que años atrás su hijo Julio escapó a la muerte. Cuando era alumno sufrió un accidente en una avioneta que se precipitó sobre una camaronera. Luego de dos años de recuperación continuó con sus estudios y llegó a cumplir su sueño de dirigir un avión. La última vez asistió a un curso de vuelo instrumental en los Estados Unidos.
A las 10:00, unas 300 personas participaron en la misa de exequias. Ocho militares de la Escuela Superior escoltaban los féretros. Ellos estaban en firmes, pero secaban sus lágrimas y con evidentes muestras de congoja.
Otro general del Ejército también perdió a su hijo en el percance. El ex jefe de la Fuerza, Jorge Zurita, resaltó la personalidad de su hijo, quien llevaba su mismo nombre. Decía que era servicial y conciliador, “que entregó su vida en el cumplimiento de su deber”.
La familia del sargento Mario Figueroa también estuvo en la misa . Él cumplió 10 años como técnico aeronáutico. La última vez que su esposa, Susana Tello, lo vio fue la mañana del jueves último. “Me dejó en el trabajo y luego fue con mis dos hijos al colegio”.
Esta semana, Figueroa cumplía su guardia, cuando recibió la disposición de colaborar en un vuelo de entrenamiento y acompañar a los oficiales Zaldumbide y Zurita.
La viuda asegura que era un mecánico responsable y nunca antes había sufrido un percance. Era aficionado al fútbol y un hincha del equipo de las FF.AA.: El Nacional. Sus dos hijos de 10 y 8 años acompañaban a su madre tratando de darle consuelo.
A las 15:00 el obispo castrense del Ejército ofreció otra misa. En ella estuvieron autoridades del Ministerio de Defensa y el Alto Mando militar.
Los generales Zaldumbide y Zurita despidieron a sus hijos con discursos emotivos. A las 16:00, los cinco féretros salieron de la Escuela Militar. Los cuerpos de Zaldumbide, su esposa y su hijo fueron llevados al cementerio de El Batán, mientras que Zurita y Figueroa salieron hasta el camposanto Monteolivo.
Las naves deben volar con tres pólizas de seguros
Normalmente, para que una aeronave pueda volar necesita, obligatoriamente, contratar por lo menos tres pólizas de seguros. La primera es la que cubre a la aeronave. La segunda tiene que ver con la tripulación y la tercera responde, básicamente, por terceros, es decir, por personas que estuvieron dentro o fuera de la aeronave (en este caso quienes resultaron afectadas por el accidente en los edificios). Ellos por supuesto tienen derecho a una compensación. Las aeronaves tienen estas protecciones. En este caso, lo que habría que identificar es que el responsable del daño serían las Fuerzas Armadas y estas seguramente deben haber contratado estas pólizas de seguros, de las cuales se derivan esa responsabilidad y, en definitiva, el pago de la indemnización a las personas afectadas. Algunas aseguradoras locales contratan a su vez a unas empresas de reaseguros. En este caso las personas deben presentar un reclamo a las Fuerzas Armadas y estas deben responder. No existe un plazo fijo para hacerlo.
Un avión de 1981 sí está en condiciones de volar en el país
La aeronave que se accidentó tuvo que haber estado lista para volar, porque de otra forma no le hubieran dejado salir del área de mantenimiento. Para esto, la nave debe pasar por filtros. No sé qué controles habrá pasado, pero generalmente tiene la firma de responsabilidad de la persona de mantenimiento. Una nave de 1981 sí está en condiciones de volar. El cono de aproximación al aeropuerto de Quito con una nave se realiza con vectores de radar, los cuales nos dejan muy cerca de la vía aérea para aterrizar y en esa exposición el piloto, el que arma la paginación, aproxima a la aeronave a donde vaya a aterrizar. Esa aeronave estaba en la celda correcta, lo que pasa es que tendríamos que esperar la investigación de por qué se bajó del ángulo. El piloto de la nave estaba en el cono de aproximación, pero iba demasiado bajo. En ese sistema, imagino que tuvo un piloto automático y también todos los sistemas operativos.