«El régimen persigue ser una gran potencia por medio del uso militar de la energía atómica»
«El diálogo no sirve para disuadir a la República Islámica de ser nuclear»
Amil Taheri / escritor y periodista iraní
Madrid- La Administración Obama ha anunciado su disposición de participar en las conversaciones 5+1 con Irán para tratar de disuadir a la República Islámica de ser nuclear. ¿Funciona el diálogo con el régimen?
–La respuesta corta es no. La más larga es que Irán sufre una crisis de identidad, con una doble vertiente. Irán revolucionario e Irán como país. El primero ha emprendido una carrera nuclear que es muy difícil que ponga fin, la única posibilidad reside en que vuelva a actuar como un estado-nación.
–¿Qué persigue Irán con su programa de enriquecimiento de uranio?
–Estratégicamente, el régimen considera que sólo existen dos grandes potencias: EE UU y ellos. Tras la caída de la URSS, la República Islámica es la alternativa a la democracia y la libertad. La táctica para alcanzar este ambicioso fin es convertirse en una gran potencia nuclear.
–Desde el régimen, sin embargo, se insiste en que el plan tiene fines civiles...
–Mienten. Es así de simple.
–¿Lo puede demostrar?
–Expongo un par de asuntos y que cada uno tome sus conclusiones. Primero, Irán no necesita energía nuclear. Tiene sus propias fuentes: petróleo y gas. La producción de energía nuclear supone un gasto excesivo. Luego, en términos geográficos, la enorme extensión de Irán dispararía los costes de distribución, sin contar, los riesgos ecológicos. En suma, apenas contamos con centrales nucleares donde procesar la energía. atómica. El plan no tiene sentido salvo que se quiera para empleo militar.
–¿Cuánto tiempo resta para el día «D» de la bomba atómica?
–Irán no está interesado construir una bomba atómica tipo Hirosima, sí obtener uranio enriquecido a un nivel suficiente para construir cabezas nucleares que puedan adaptarse a los misiles de largo alcance.
–Y, ¿qué tiempos se manejan?
–No soy un experto pero, aproximadamente, si la revolución no colapsa antes, en dos años puede contar con misiles capaces de impactar en Europa.
–¿No hay marcha atrás en el programa nuclear?
–Irán no tiene ningún incentivo para desmantelar el plan. Es un planteamiento de coste-beneficio. Las ventajas de abandonar el programa no son suficientes y el castigo por violar la legalidad internacional no le perjudica como para que se contenga. El intento de atraer a la República Islámica al redil ofreciéndole entrar en la Organización Mundial del Comercio no dará resultados porque el régimen no está interesado en la economía de mercado.
–Fuentes diplomáticas dicen que si el diálogo falla se promoverán nuevas sanciones económicas. ¿Pueden ser determinantes en un contexto de crisis económica?
–Existen expertos en relaciones internacionales que consideran que la economía configura la política. En mi opinión es la política la que determina la economía. No se puede cambiar el sistema político iraní con sanciones económicas, por muy drásticas que sean. Estas acciones sirven para los vagos, para quienes no quieren tomar decisiones.
–¿No se debe descartar el uso de la fuerza?
–La única vía para influir en el régimen teocrático es amenazándole con su propia medicina.
–¿Los iraníes entenderían una intervención militar extranjera o les despertaría un fuerte sentimiento nacional?
–Una intervención en una central nuclear que está en una zona despoblada no tendría por qué traer consecuencias. En cualquier caso, no se pide una intervención a Occidente. En Irán existen mecanismos internos para cambiar el régimen. Lo único que reclama la oposición a la comunidad internacional es que no fortalezca o legitime al régimen desde fuera.
–¿La iniciativa de Barack Obama de incluir a Irán en una aproximación regional a la guerra de Afganistán fortalece el régimen de los ayatolás?
–No, porque está a incluyendo a Irán como estado-nación, como país vecino cuya opinión debe ser tomada en cuenta. Hay que diferenciar entre la revolución y el Estado, que no siempre se hace.
–En junio, la República Islámica celebra elecciones presidenciales. ¿Es una oportunidad para ese cambio del que habla?
– Sí, tiene una gran importancia qué facción dentro del régimen gane las elecciones.
–Jatami renunció a la carrera para beneficiar la candidatura del ex primer ministro Musavi. ¿En qué se diferencian el conservador Ahmadineyad y el reformista Musavi?
–Ahmadineyad actúa como presidente de la revolución, está sometido al líder supremo, Ali Jamenei. Musavi, en cambio, es factible que siga una senda nacional y más racional.
–¿Qué posibilidades tienen?
–No se puede adivinar el futuro pero diré, en contra de lo que se piensa en el extranjero, que Ahmanideyad es muy popular en el régimen. Musavi, sin embargo, es un desconocido para toda una generación. Ha estado casi dos décadas en el exilio.
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